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Hasta le parece poco lo que paga. Y con todo, no puedo negarlo: mamá me tiene quejosa. Buena y santa es la inocencia; , señor; muy buena y muy santa; pero yo acabo de cumplir diecisiete años, y aunque apenas hace tres meses que salí del Sagrado Corazón de Jesús, no por eso ha de imaginar mamá que soy tonta y que no veo ni entiendo nada. Algo más de ocho años lleva ya de viuda.

Primero, una logrera irascible que se fué echando chispas, muy quejosa del abogado; después unos indios que entraron tímidos y respetuosos, con el sombrero entre las manos, vestidos de limpio, al hombro el zarape purpúreo. Traían para don Juan un par de pavos. ¡Qué pavos! ¡Que ni de encargo para un mole en los callejones de Barrio Viejo el día de Difuntos! Habló el más listo.

También he logrado con mi hipocrecía llamar hacia la tardía atención de vuecencia, que ahora, y no antes, me aprueba y me aplaude, pero de un modo según el cual no quiero yo ser aprobada ni aplaudida. Juanita dijo don Andrés , yo no he venido aquí a disputar contigo. Tendrás razón en estar quejosa de todo el género humano, pero de debes estar menos quejosa que de nadie.

Todo lo referido, notó desde su cama la paralítica, y hallábase sumamente inquieta y quejosa, por varias razones, entre otras, porque desde que Amparo gastaba cuanto ganaba en botas nuevas y enaguas bordadas, ella se veía privada de algunas comodidades y golosinas que no le escatimaban antes.

Cuando llegué conspirábais dijo el rey. Es verdad contestó la reina ; conspirábamos contra Lerma, y es necesario que vuestra majestad conspire también. Yo no necesito conspirar dijo el rey ; el día que quiera, Lerma caerá; pero Lerma me sirve bien. Os tenía quejosa, señora, pero el duque me ha hablado largamente. Le tenía engañado don Rodrigo Calderón.

Si es eso lo que usted quería decirme... La justicia está ya encargada de esto y de devolver a Inés al jefe de la familia. Asunción alzó la vista y miró a su madre. Parecía deseosa de hablarle, pero con tanto miedo como deseo. Al fin, cobrando valor, se expresó de este modo con voz quejosa y tristísima, que producía en extraña sensación. Señora madre, ¿me permite usted que hable una palabra?

JARIFA. Ya estaba de ti quejosa, Y más del temor del día; Que como la noche fuera De un siglo, un siglo esperara, Sin que esperar me cansara, Si esperara que te viera. ABIND. ¡Ay, brazos hermosos míos! ¡Ay, puerto de mis tormentos!

¡Que no lo merezco! No, porque no me amáis. El corazón se rinde al amor, y el amor es tan libre, que todos los tesoros del mundo no bastan para comprarle; ¿cómo he de amaros yo, si desde que os conocí estoy quejosa de vos? ¡Quejosa! ¿Qué habéis querido que no lo hayáis tenido?

Don Andrés se sonrió, halló graciosa y algo disparatada a Juanita al oírla quejarse y lamentarse de aquel modo, y le dijo con dulzura: Pero, hija mía, con todo eso que dices sólo me pruebas que estás quejosa de doña Inés. Quéjate enhorabuena y no me hagas a responsable.

JARIFA. Yo, famoso don Rodrigo, Como a quien de tu valor Cupo la parte mayor, Tu nombre alabo y bendigo; Y así, vengo a ser tu esclava. NARV. Mi señora seréis vos. Cuán justamente a los dos El cielo a amar inclinaba, Que sois en estremo iguales. Y estad vos, Jarifa hermosa, De Abindarráez quejosa, Que dice de vos mil males.