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Basilio, sin saludar, avanzó lentamente y en voz que hizo estremecerse al joyero, dijo: Señor Simoun, he sido mal hijo y mal hermano; he olvidado el asesinato del uno y las torturas de la otra ¡y Dios me ha castigado! Ahora no me queda más que una voluntad para devolver mal por mal, crímen por crímen, ¡violencia por violencia! Simoun le escuchaba silencioso.

Le pareció que todo lo que sufría era una expiación, por la falta cometida en su juventud. Había evitado el servir á su patria, y ahora se encontraba envuelto en los horrores de la guerra, con la humildad de un ser pasivo é indefenso, sin las satisfacciones del soldado, que puede devolver los golpes. Iba á morir, estaba seguro de ello, con una muerte vergonzosa, sin gloria alguna, anónimamente.

Pero ninguno es mas eficaz que el carbonato de cal para devolver á la piel arrugada su flexibilidad y su suavidad, y al cuero cabelludo los cabellos que se caen.

Como gustéis dijo Dunstan poniéndose a golpear otra vez el antepecho de la ventana, con aire del todo indiferente . Sois vos mismo quien debe devolver el dinero a Fowler; eso no es cuenta mía. Vos recibisteis ese dinero cuando fuisteis a Bramcote, y fuisteis vos mismo quien le dijo al squire que no os habían pagado esa suma.

Ah-Fe se turbó por unos instantes. Apartó la mano de la señora de Galba que le tendía el dinero y procedió rápidamente a recoger sus trastos. No, no, yo no devolver. No. Luego prenderme un policeman . Yo : Dios maldiga ladrón, tomar cuarenta pesos, a la cárcel. Yo no devolver. Usted dejar dinero arriba bluló Fiddletown. Yo traer dinero. Yo no llevar dinero otra vez.

Facundo ha vuelto a San Juan y desbandado su ejército, no sin devolver en efectos de Tucumán las sumas arrancadas por la violencia a los ciudadanos. ¿Qué queda por hacer? La paz es ahora la condición normal de la República, como lo había sido antes un estado perpetuo de oscilación y de guerra.

Su postema era aquella desalmada pasión, mezcla de amor, de lubricidad, de soberbia y de rabiosos celos. No pudiendo devolver a su ex-querido tanta cruel mordedura como desgarraba su pecho, saciaba el apetito de venganza en el fruto de sus amores.

Algunas veces, falto de libros, pues había vendido todos los suyos que eran de cierto valor, sacaba alguno de la biblioteca del señor Vicente e intentaba reír con las piadosas extravagancias de las vidas de los santos. Pero el tiempo no estaba para risas, y acababa por devolver a su estante los mamotretos apolillados.

Estos vagabundos del Mediterráneo, que muchas veces no podían conversar por la diversidad de sus idiomas, se buscaban instintivamente, sentándose juntos con un silencio fraternal. Su heroísmo pasivo era en algunos casos más admirable que el de los hombres de guerra, que pueden devolver golpe por golpe.

Primeramente, al abandonar su brazo, le soltó dos buenos pellizcos retorcidos, y luego, junto a la salida, una bofetada sonora: «Para que me molestes otra vez». Quiso el muchacho devolver en igual forma este saludo de despedida, pero al bajar la mano sólo encontró la puerta que se cerraba de golpe y casi le aplastó los dedos.