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El vecindario de la capital se acostó pensando en estas dos enfermedades misteriosas, con la esperanza de que al despertar conocería detalles más interesantes sobre la existencia privada de tan célebres personajes. Ninguno de los dos había podido hablar hasta el presente. Al poeta se lo prohibían los módicos hasta que recobrase su perdido vigor.

Don Pompeyo se dirigió a la junta en papel de oficio citando los artículos del Reglamento que, en su opinión, «prohibían semejantes muestras de júbilo por parte de una corporación que, por su calidad de círculo de recreo, no debía, no podía tener religión positiva determinada».

Grandes cuellos ó lechuguillas, fajas de intrincadas labores, y guantes lujosamente bordados, eran de absoluta necesidad para los altos funcionarios al hacerse cargo de las riendas del poder; y su uso se permitía también á los individuos distinguidos por su posición ó riqueza, aunque las leyes suntuarias prohibían estos y otros lujos semejantes á los plebeyos.

Aquí diremos solo que la ablucion menor, ó purificacion sagrada, requisito indispensable antes de toda oracion, se pierde por cualquiera especie de secrecion, por el vómito, por el sueño, por la risa desmedida, por el deliquio, etc.: de modo que un muslim escrupuloso debe estar casi todo el dia remojándose y maniobrando con aquello que hasta los mismos hebreos, pueblo reconocido como carnal, prohibian mirar como si ofendiese y manchase la vista.

Fué con ellos Andrés a tomar la primera lición de ladrón; pero aunque le dieron muchas en aquella salida, ninguna se le asentó; antes correspondiendo a su buena sangre, con cada hurto que sus maestros hacían se le arrancaba a él el alma, y tal vez hubo que pagó de su dinero los hurtos que sus compañeros habían hecho, conmovido de las lágrimas de sus dueños; de lo cual los gitanos se desesperaban, diciéndole que era contravenir a sus estatutos y ordenanzas, que prohibían la entrada a la caridad en sus pechos, la cual en teniéndola, habían de dejar de ser ladrones, cosa que no les estaba bien en ninguna manera.

El citado año un caballero veinticuatro, don Andrés de Herrera, hizo una proposición á fin de que las danzas se suprimiesen, no haciéndose por lo pronto caso alguno de su escrito por el Ayuntamiento; pero el hombre se conoce que no se dió por vencido, y ocultamente trabajó en favor de su idea, convenciendo al Asistente y á otras personas hasta el punto de que ocurrieran los siguientes sucesos: En la mañana del día del Corpus citado, que fué el 25 de Mayo, súpose con gran sorpresa que el Arzobispo y el Asistente prohibían de golpe que las danzas ni entrasen en la Catedral, ni fueran en la procesión, y si acaso aparte de ella, cosa que, sabida por los comisionados de la ciudad para organizar la fiesta, procuraron enterarse bien del hecho, y, conociendo su certeza, no pudieron conseguir que el Asistente desistiese del acuerdo que, sin parecer de la corporación, había tomado, por lo cual, consultados los abogados allí mismo, apelaron á la Audiencia, que se reunió acordándose avisar inmediatamente á la Catedral para que la procesión no saliese hasta nueva orden.

Pero en el tercer encuentro la lanza del barón se clavó entre las barras de la celada del contrario, arrancándole de golpe la visera, á tiempo que el de Bohemia, con singular mala suerte, desviaba su lanza y daba con ella fuerte golpe en el muslo de Morel, contra todas las reglas del torneo, que prohibían herir al contrario de la cintura abajo y declaraban vencido al que tal hiciera.

Era un guerrero de gran talla y fornido cuerpo, con yelmo y armadura negros y escudo sin divisa, pues prohibían tenerla los estatutos de la orden teutónica á que pertenecía. Flotaba á su espalda amplio manto blanco que tenía bordada en su centro la cruz negra orillada de plata de aquella orden.

Después de dar la última mano de gato a sus cabellos, Manolito salía siempre en la amable compañía de sus botas charoladas a pasear por delante de la casa de Elorza, y calle arriba, calle abajo, allí se estaba todo el tiempo que le permitían sus ocupaciones y alguna parte también del que le prohibían.