United States or Belarus ? Vote for the TOP Country of the Week !


Como la casa estaba situada a la entrada del pueblo y era de las más altas, desde los ventanillos de ambos lados del pajar se veían, hacia una parte la larga línea de la carretera, que iba a perderse en una curva sombreada por robustos nogales, y en opuesta dirección la pequeña esplanada que había ante las ruinas de la estación del ferrocarril.

Es, pues, el caso que en toda la venta no había ventana que saliese al campo, sino un agujero de un pajar, por donde echaban la paja por defuera. A este agujero se pusieron las dos semidoncellas, y vieron que don Quijote estaba a caballo, recostado sobre su lanzón, dando de cuando en cuando tan dolientes y profundos suspiros que parecía, que con cada uno se le arrancaba el alma.

Rosa señaló con mano trémula al pajar. Andrés escaló la pared prontamente, apoyándose en las estacas que para subir había clavadas: tiró de la portilla enrejada de madera que lo cerraba, y la abrió sin dificultad. Desde adentro extendió las manos a Rosa, que ya subía, y haciendo un gran esfuerzo consiguió suspenderla y colocarla junto a . El pajar estaba mediado de yerba.

Vean ustedes el obrero de otros países: trabaja más que el de esta tierra y guarda un capitalito para la vejez. ¡Pero aquí!... aquí el bracero, de joven, no piensa más que en coger descuidada a alguna muchacha detrás de un pajar o en la gañanía durante el sueño; y de viejo, apenas tiene reunidos algunos céntimos, los emplea en vino y se emborracha.

Algunos de esos invernales estaban ya ocupados. De noche come el ganado prendido en la pesebrera, de la «ceba» del pajar, segada en las hazas en agosto; de día pasta al aire libre, mientras el tiempo lo consiente, al cuidado de sus dueños, que después de dejarlo recogido al anochecer, bajan a dormir al pueblo; al revés que en verano, durante el cual duermen amontonados en la choza, quedando la cabaña «acurriada», es decir, reunida en la majada circundante.

Cuando Gallardo fue con su esposa y su madre a tomar posesión del cortijo, les enseñó el pajar en que había dormido con sus compañeros de miseria errante, la pieza en que había comido con el amo y la placita donde estoqueó un becerro, ganando por primera vez el derecho a viajar en tren sin tener que esconderse bajo los asientos.

Lo que siguió ya no pudieron verlo los del pajar. La partida se dirigió a la iglesia del lugar, entrando en ella con muestras de piadoso recogimiento. El jefe penetró por otra puerta en la sacristía, habló con el cura, que se disponía a decir la misa que habían de escuchar las pocas y madrugadoras mujeres que iban llegando, y con palabras corteses le rogó que le dejara oficiar en lugar suyo.

En el claustro se paró obra de diez segundos, para meditar. ¿Dónde escondería su tesoro? ¿En el pajar, en el herbeiro, en el hórreo, en el establo? Optó por el hórreo el lugar menos frecuentado y más oscuro . Bajaría la escalera, se enhebraría por el claustro, se colaría por las cuadras, salvaría la era, y después nada más sencillo que ocultarse en el escondrijo. Dicho y hecho.

Tomando el tente en pie que nos sirvió el tabernero con excelente voluntad y poquísima limpieza, y reanimados los bríos de las cabalgaduras con no qué brozas nutritivas que se hallaron en el pajar de la taberna y en el granero de un vecino, volvimos a montar Neluco y yo para seguir nuestro camino, del que nos faltaba todavía lo más largo y lo peor, según el médico me dijo al cabalgar.

Y, haciendo una lazada corrediza al cabestro, se la echó a la muñeca, y, bajándose del agujero, ató lo que quedaba al cerrojo de la puerta del pajar muy fuertemente.