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Aquí tienes con que pagar repuso la abuela, poniéndole en la mano una moneda de oro de cuatro duros. ¡Oro! exclamó estupefacto Momo, que por primera vez en su vida veía ese metal acuñado . ¿De dónde demonios ha sacado usted esa moneda? ¿Qué te importa? repuso la tía María ; no te metas en camisa de once varas. Corre, vuela, ¿estás de vuelta?

Ni te conviene el andar siempre de viaje, como una carta con el sobre mal puesto, que recorre todas las estafetas del mundo. Mujeres, ¿para qué sirven sino de perdición? Ten un cuarto de hora de arrojo, y ofrécele a Dios lo que te queda de vida. No es esto decir que te metas fraile: hay mil maneras de ganarse la dicha eterna.

Acaso, en el ardor de la contienda, he ido más lejos del punto a donde debía ir. Voy yo mismo a corregirme y a enmendarme. Diré de los ingenios lo que, en nombre de la misma Divinidad, Virgilio decía de los romanos y lo diré en igual sentido: His ego nec metas rerum nec tempora pono; Imperium sine fine dedi.

Usted me ha de perdonar repuso fray Gabriel ; pero yo no dejo de ayunar, como antes, mientras no me lo dispense el padre prior. Bien hecho, hermano Gabriel dijo la tía María . Manuel, no te metas a diablo tentador, con su espíritu de rebeldía y sus incitativos a la gula.

Como el Rodolfo de mi novela, gran lector de libros románticos, eran todos mis compañeros de mocedad, te lo aseguro a fe de caballero, y ni más ni menos que como Villaverde algunas ciudades de cuyo nombre no quiero acordarme. Ruégote por tu vida, amigo lector, que no te metas en honduras, que no te empeñes en averiguar dónde está Villaverde, cuna de mi protagonista.

Instintivamente Navarro se acercó a la chimenea y quiso sacar el papel que ardía; pero retrocedió quemándose los dedos. Esto, que parecía un chispazo de locura, inspiró a Salvador lo siguiente: No metas tu mano en el fuego para sacar lo que ha caído en él. , como yo, necesitas hacerte perdonar para ser perdonado, necesitas comprar la generosidad con generosidad y el olvido con el olvido.

Por ahora ve disponiéndome el cuartito; no te metas en lavaduras de suelo, y mientras nos vemos y te doy un abrazo recibe la bendición de este pobre viejo». Cuando Angelina leyó esta carta se puso pensativa y triste. Temo separarme de , Rorró. Pero ¡qué he de hacer! No necesito que él me lo diga; comprendo muy bien que hago falta. ¿Te figuras cómo estará aquella casa?

3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos de mal. 5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, e irá a él a medianoche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo ha venido a de camino, y no tengo qué ponerle delante;

El amor propio y el espíritu de localidad, serían gran aguijón en el indio, que aspira siempre á la dignidad de Gobernadorcillo, una de las metas de sus ambiciones. El caserío de Calolbong es de caña, nipa y demás materiales ligeros, no habiendo en todo el pueblo más que ocho casas de alguna solidez. Riegan sus campos los ríos llamados Patorbe y Alibuag.

¡Ah, ah, el hijo del palafrenero mayor! Eso es. Pues mira, Aldaba, no te metas con ese paje, le protejo yo. Si la Inés me quisiera, sería bastante; pero no queriéndome, á qué buscar ruidos. Haces bien; toma un ducado por lo que has hecho, y puesto que el cocinero mayor te ha despedido, te tomo por mi criado; me guisarás, y me excusaré de venir á este figón del infierno.