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Viendo que no había nadie a quien pedirla, fue y la cortó. Tan pronto como la había cortado, se le apareció un oso tan grande que retrocedió asustado. 35 ¿Quién te ha dado permiso para cortar esta flor? le dijo el oso.

Los labios amoratados, con profundas grietas, se movían quejumbrosos, murmurando siempre la misma palabra: ¡Perdón...!, ¡perdón! A la vista de aquella ruina, el padre sintió que se venía abajo su coraje. Sus ojos expresaron una tristeza inmensa, anonadadora. Retrocedió de espaldas hasta la puerta de la habitación seguido por la joven, que avanzaba de rodillas tendiéndole las manos.

Retrocedió Pilar desorientada; y riéndose en seguida con su cínico reír, exclamó: ¿No es más que eso? ¡Vaya un secreto! ¡Gran puñado son tres moscas! Por Dios suplicó apurada Lucía , que a nadie se lo indiques.... Yo me muero por saberlo, pero si se entera... alguien.... Miranda, o así....

El hombre que había pronunciado estas palabras, que había adelantado sombrío y letal y que había cerrado por dentro la puerta, era el bufón del rey. El sargento mayor retrocedió sorprendido. En su semblante apareció la expresión del espanto. Doña Ana miró con terror al bufón. Y el bufón adelantó pálido hacia el sargento mayor, que retrocedía.

Yo que no tengo mejor ni más seguro amigo que usted, y esta seguridad es una gran satisfacción para , se lo juro... Juan retrocedió bruscamente; pero esta vez, ella no se admiró y sabiendo que nada más le diría, se alejó.

Al cabo sacó el pañuelo para secar sus ojos que la frescura de la brisa, sin duda, había mojado, y murmuró con su habitual sonrisa bondadosa: ¡Pensé que estaba curado! ¡Buen chasco! Y se dispuso á retirarse. Pero cuando hubo avanzado un poco sintió los pasos de un hombre que venía. Retrocedió nuevamente hasta el pretil para ocultarse en la oscuridad. Al llegar cerca del farol, lo conoció.

De repente una voz seca, vibrante, particular, dijo con acento de amenaza, viniendo de la dirección opuesta á la que llevaban el tío Manolillo y doña Clara: ¡Alto allá! que en noches tan obscuras es bueno evitar tropiezos. El bufón se detuvo al escuchar aquella voz y retrocedió. ¡Quevedo! exclamó doña Clara.

Y separando nuevamente los brazos que le aprisionaban y sonriendo sarcásticamente, retrocedió algunos pasos y se fue. Clotilde le miró estupefacta: después cayó desmayada en el diván.

Nunca lo había incitado ella a tal familiaridad, y una vez que quiso él intentarlo, torpe la lengua y trémula la voz, vio en sus ojos de dorado resplandor tal expresión de extrañeza, que retrocedió avergonzado, volviendo al antiguo tratamiento.

El enemigo, al ver mi actitud, retrocedió lleno de espanto, y he aquí cómo sin efusión de sangre se les obligó a la retirada. Amaranta no podía contener la risa oyendo la disputa entre los dos vejetes. Antes de que ésta concluyera, entró la de Leiva y dijo: Acaba de llegar la Gaceta Ministerial de Sevilla. Creo que hoy trae la noticia de que ha muerto Napoleón. ¡Jesús! ¿Qué dice usted?