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Su musa se distingue de los contemporáneos por la franqueza varonil de sus movimientos, y por cierto temple de voz marcial que nos recuerda la entonacion robusta de Calímaco y Tirteo. Se ocupa actualmente de trabajos históricos que le granjearán, sin duda, nuevos lauros

Ese mundo es tu gloria y tu corona, el que con lauros, mil tu sien circunda el que del polo a la abrasada zona con tu nombre sin par la tierra inunda. Cuba, Lucayas, Háiti, Dominica, Boriquén y Jamaica, Trinidad, Guadalupe y Martinica son de tu honor los timbres sacrosantos y el sublime ideal de nuestros cantos.

Un murmullo de aprobación acogió aquellas palabras y el príncipe contempló con satisfacción los rostros de todos aquellos capitanes, ganosos de seguirle y distinguirse bajo sus banderas. El titulado rey de Castilla, Enrique de Trastamara, contra cuyas fuerzas vamos á luchar, es un guerrero hábil y animoso y la campaña proporcionará ocasión de conquistar lauros sin cuento.

Hasta se susurra pero sin que existan datos para establecerlo como rigurosa verdad histórica que el insigne ex buen mozo quiso recordar sus pasadas glorias, y verter una regaderita de agua sobre sus secos y mustios lauros, y eligió para cómplice a cierta rata de proscenio, nombrada Zulma en la docta academia teatral, si bien está averiguado que en regiones menos olímpicas pudo llamarse Antonia, Dionisia o cosa así.

Guerreros, por la sangre consagrados, De inmarcesibles lauros coronados En el campo de honor; Despertad del cañon al estampido, Que hoy rememora un pueblo agradecido Que os debe de su gloria el esplendor.

Si fuese al combate, colgára en mi lanza Con lauros de triunfo su leve crespon, Y altivo, animado de doble esperanza Seria de guerra mi sacro pendon. Si fuese marino, colgára ese velo Por vela á mi buque, por toldo á su iman, Y en calma mirando los astros del cielo Las iras burlára del negro huracan.

Tal es su ceguedad y su locura: llevado por mezquinas ambiciones, lauros y gloria sin cesar procura. ¡Vive anhelando vanas ilusiones, sin recordar que en una tumba obscura se perderán sus glorias y blasones! Contemporáneo. Hermano de Anselmo. y yo somos dos almas de misterio. Eres la poesía de la vida, materia que germina en el imperio lumínico del astro apolonida.

Negociante necio, negociante mentecato, no te apresures; espera sazón y coyuntura para negociar: no vengas a la hora del comer ni a la del dormir, que los jueces son de carne y de hueso y han de dar a la naturaleza lo que naturalmente les pide, si no es yo, que no le doy de comer a la mía, merced al señor doctor Pedro Recio Tirteafuera, que está delante, que quiere que muera de hambre, y afirma que esta muerte es vida, que así se la Dios a él y a todos los de su ralea: digo, a la de los malos médicos, que la de los buenos, palmas y lauros merecen.

Y tembló: formidable en su memoria se alzó horrible, cual lúgubre agonía, cual tremenda vision expiatoria, la infinita amargura de su historia, dolor tras de dolor, dia por dia. ¿Dónde estaban los lauros triunfadores que arrancó de las lides su pujanza? ¿Dónde sus horas plácidas de amores? ¿Dónde las tiernas, las fragantes flores, sér de su sér y luz de su esperanza?

Esta sintetiza la no interrumpida epopeya que coronó de inmarcesibles lauros al Ejército y la Marina, al sostener aquella heróica lucha de siglos contra fiero enemigo, cuyo valor indomable les dió si, justo renombre, pero que también fué ocasión á que el honor preclaro de las armas españolas alcanzara en la Oceanía, por sus hechos, la misma fama que inmortalizó á los bizarros tercios de Flandes.