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Actualizado: 27 de junio de 2025
Los infantes D. Pedro y D. Juan gobiernan juntos el reino: el infante D. Juan, envidioso de los lauros que ciñe D. Pedro, le propone hagan juntos una algarada por tierra de moros para que la gloria de ambos sea igual. Admite D. Pedro, pero lo que los hombres disponen suele desbaratarlo el cielo.
«El pueblo grato os ceñirá de lauros, «Enjugareis de una nacion el lloro, «Que vuestro nombre escribirá con oro «En las fajas del Lávaro triunfal. «Grandes sereis por mil generaciones, «Y vuestra gloria inundará este suelo, «Y vuestro padre desde el alto cielo «Os enviará su bendicion de paz.
El ciego incontrastable torbellino rugiente se abatió sobre su casa, cual fuego intenso, destructor, sanguino, que al soplo misterioso del destino deja luto y horror por donde pasa. Sus mujeres las frentes doblegaron, sus hijos en sus cunas se extinguieron, los años con su peso le agobiaron, y ya débil en brazo, se agostaron los altos lauros que su faz ciñeron.
Vuestra compañía, á más de gustosa, es honra para mí. Pero debo confesaros con franqueza que tengo para ello una razón poderosa.... Sí, vuestro deseo de hallaros siempre donde hay peligros que correr y lauros que conquistar. No precisamente.... ¿Qué buscáis, pues? Gallinas. ¿Eh? Os explicaré.
Tenéis, y muy bien ganados, cuantos lauros puede conquistar un hombre y hora es ya de que descanséis. Escudero, decid á vuestro amo que es muy bienvenido á mi corte, y que si gusta de tomar algún descanso y refrescar en mi compañía antes de la justa, pronto estoy á obsequiarle. Perdonad, señor, no puede beber con Vuestra Alteza. Que designe, pues, al caballero de su elección.
Echaría al fuego entonces, de buena gana, cuantas páginas precipitadas he dejado escapar en el combate en que usted y tantos otros valientes escritores han cogido los más frescos lauros, hiriendo de más cerca, y con armas mejor templadas, al poderoso tirano de nuestra patria.
Vuelto a América, vémosle en la escuela de Clarke, en Richmond, en donde al mismo tiempo que se nutre de clásicos y recita odas latinas, boxea y llega a ser algo como un champion estudiantil; en la carrera hubiera dejado atrás a Atalanta, y aspiraba a los lauros natatorios de Byron.
Tú, Roger de Clinton, estás en camino de ser una brillante lanza si Dios te protege. Sigue haciendo méritos y conquistando lauros. Pero basta de este asunto, que volveremos á tratar cuando veamos otra vez las costas de Inglaterra. Nos hallamos en situación gravísima é importa salir de ella cuanto antes.
Para alcanzar la gloria, son una misma cosa el pincel elegante y el mohoso fusil, la melena del vate y el casco del guerrero, el son de los cañones y el llanto del violín. Lo mismo premia el mundo con lauros al artista que al valiente soldado que sucumbió en la lid; porque si la lid siembra de mártires la historia, el Arte la convierte en florido pensil.
Oiga usted, don Federico contestó María , yo entiendo que la superioridad me ha de valer para que por ella me tengan en más, y no en menos. Válgame Dios, María, ¿es posible que así trueques los frenos? La superioridad enseña cabalmente a no engreírse con lauros y a no rebelarse contra injusticias. Pero esas son añadió riéndose cosas de tu edad casi infantil y de tu efervescente sangre meridional.
Palabra del Dia
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