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Vuela pensamiento y diles a los ojos que más quiero que hay dinero. Lo triste del caso fue que aquellos mil reales que el estanquero consideró como el primer filón de una mina quedaron reducidos a la triste condición de prólogo sin libro y preludio sin ópera. He aquí cómo y por qué.

Su espíritu observador notó en la iglesia un filón menos obscuro y triste que el de las cuevas de allá abajo. «El cura no trabajaba y era más rico que su padre y los demás cavadores de las minas. Si ella fuera hombre no pararía hasta hacerse cura.

Se celebró la boda fríamente y sin viaje de novios, y comenzaron las catástrofes. La marquesa, como si sólo aguardara a tener por yerno, a don Mauricio Ibáñez, se murió a los pocos días de ser su suegra. Entonces cayó el banquero sobre el caudal hereditario con ansias de buitre en ayunas, y vio y palpó que sólo quedaban ruinas de lo que él había soñado filón inagotable de onzas acuñadas.

¿Pillo?... ¿Por qué?... el doctor Moreno es todo un caballero, Melchor. ... sin duda... un caballero que te habría declarado sano el primer día que te vio, si no hubiera comprendido que eras un buen filón. ¿Pero por qué hablas así del doctor Moreno?

Por esas dijo Moreno con repentina gravedad, como si el contacto del oro en la palma de la mano hubiera comunicado alguna dignidad a su organismo, tengo en los Estados una mujer, y una bellísima mujer por cierto. Tres años hace que la vi, y un año que no le he escrito, en espera de que las cosas vayan por el buen camino y lleguemos al filón. Cuando esto ocurra, voy a mandar por ella.

Con el hallazgo del filón de aquella comarca, excitóse en alto grado la ambición de los montañeses; y errando muchos de breña en breña y de monte en monte, cavando aquí y revolviendo allá, resultó que la provincia entera era un verdadero tesoro de calamina, y que lo único que se necesitaba para que todos fuésemos ricos, era dinero para explotarle.

Aunque entregada por completo a la vida material, no tenía el menor instinto de conservación de la fortuna, no había pensado jamás en el origen de su dinero; creía vagamente que el capital de que gozaba era una fuente inagotable que estaba en algún paraje misterioso, que no había para qué indagar ociosamente: allí, entre los papeles del tío, estaba la mina; él se quedaría con gran parte del filón; pero ¿qué importaba?, no valía la pena de echar cuentas, desconfiar, administrar por misma; ¡absurdo!, por lo visto había para todo; él robaba, ella también; le engañaba, y el mejor día vendrían a casa unas cuentas que le dejarían patidifuso al buen D. Nepo, pues es claro que tenía que pagarlas.

Un francés encontró en una ocasión un pedrusco de calamina sobre aquellos terrenos; indagó con cuidado, dió con un filón poderoso, formóse una sociedad explotadora..., y he aquí la causa de tan repentina como radical transformación.

¿Relataba usted de un joven que ahorcaron en Red-Dog por robar un filón? decía un día el señor Tomás a un pasajero del vapor. ¿Recuerda usted el color de sus ojos? Negros contestó el pasajero. ¡Ah! dijo el señor Tomás, como quien consulta un memorándum mental, los ojos de Carlos eran azules. Y alejábase inmediatamente.

Sólo deslustraba el indiscutible mérito del Padre García una inveterada y perversa maña, que desde la infancia había en él, y que le había valido entre sus condiscípulos del seminario el farmacéutico apodo de Pildorillas. Era prodigiosa la inagotable fecundidad del filón de donde el Padre García las sacaba y las fabricaba. Sus narices eran venero inexhausto.