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¿Relataba usted de un joven que ahorcaron en Red-Dog por robar un filón? decía un día el señor Tomás a un pasajero del vapor. ¿Recuerda usted el color de sus ojos? Negros contestó el pasajero. ¡Ah! dijo el señor Tomás, como quien consulta un memorándum mental, los ojos de Carlos eran azules. Y alejábase inmediatamente.

Todo se descubrió y ahorcaron de los pies más de 50 hombres.

Por esta y por otras muchas maldades que se descubrieron, se comprendió que don Raimundo era un monstruo abominable, por lo cual el rey pudo ejercer provechosamente su justicia mandándole ahorcar, como le ahorcaron con general regocijo de los ciudadanos de Oviedo, porque D. Raimundo era muy aborrecido y porque en aquella edad tan ruda la filantropía no era cosa mayor y no infundía repugnancia la pena de muerte.

HERRERA, Decada 7, lib. 4, cap. 13, fol. 79, y los autos de la posesion se los quitaron los oficiales reales con los procesos hechos contra ellos, cuando le prendieron. CABEZA DE VACA, cap. 74, fol. 59. Pasa revista Alvar Nuñez: envia bajeles por el rio arriba á los indios Chaneses y Cambales, á cuyo cacique ahorcaron.

A me han dicho que allá en Rusia anduvo tras uno de esos melenudos que tiran bombas: un mozuelo con cara de mujer, que no la hacía caso porque le estorbaba en sus negocios. Y la niña, por lo mismo, erre que erre detrás de él; hasta que al fin lo ahorcaron.

Pos ¿quién te le dió, cuando debieron haberte leído la sentencia de muerte? Un cabo de cañón y un terrestre de mucha soflama que mandaban allí. ¿Y el señor comendante y los oficiales? Harto tuvieron que hacer con tomar puerto en la cámara, después de tumbar á media docena de prenunciaos. Pero, retiña, ¿cómo no te ahorcaron al saltar á tierra?

Esta fue la corona de laurel que dieron las circunstancias a mi carrera literaria. Escapeme, y fui a reunirme con los de la fe: dijéronme allí que las circunstancias no permitían admitir en las filas a un hombre que había sido marido de la hija de un diputado de las cortes de Cádiz, y no me ahorcaron por mucho favor.

El talle, la habla, los meneos, hasta en esa señal de la frente, que en V. Md. debe de ser herida y en él fue un palo que le dieron entrando a hurtar unas gallinas. ¡No he visto tal cosa! Digo, señor, que es admiración grande, y que no he visto cosa tan parecida. -Dolo al diablo -dije yo- y ¿no ahorcaron ese ganapán?

A lo cual respondió Monipodio: Vos, hijo mío, estáis en lo cierto, y es cosa muy acertada encubrir eso que decís; porque si la suerte no corriere como debe, no es bien que quede asentado debajo de signo de escribano, ni en el libro de las entradas: "Fulano, hijo de Fulano, vecino de tal parte, tal día le ahorcaron, o le azotaron", o otra cosa semejante, que, por lo menos, suena mal a los buenos oídos; y así, torno a decir que es provechoso documento callar la patria, encubrir los padres y mudar los propios nombres; aunque para entre nosotros no ha de haber nada encubierto, y sólo ahora quiero saber los nombres de los dos.

En 1633 y el día 15 de Julio ahorcaron y cortaron la mano derecha á un joven hijo del carnicero de los Abades, mozo de vida licenciosa y aficionado á lo ajeno y que, para su mal, cometió un sacrílego robo que produjo gran escándalo.