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El 20 amaneció lloviendo con fuerte viento, mas por huir de los indios caminamos como una legua: y lloviendo como estaba, de la parte del N se arrojaron al rio, entre hombres y mugeres, mas de 200, que algunos estuvieron ya para ahogarse. Llegaron á la canoa, y apoderados de ella, querian llevarlo todo: díles algunas cosas, y dejáronme.

Bajé a nuestra huerta antigua Y despedíme en voz alta De los árboles y flores, De las fuentes y las aguas; Diles mil abrazos tiernos, Y ellos también se inclinaban A darme para ti muchos, Que aun tienen alma las plantas. Puse al estribo las mías Sin el arzón, y a la casa Le dije volviendo el rostro: Piedras, Jarifa me aguarda.

10 y diles: Así dijo el SE

Vuela pensamiento y diles a los ojos que más quiero que hay dinero. Lo triste del caso fue que aquellos mil reales que el estanquero consideró como el primer filón de una mina quedaron reducidos a la triste condición de prólogo sin libro y preludio sin ópera. He aquí cómo y por qué.

Díles algunas cosas: serian de toda chusma poco mas de 100: paramos junto á la misma ranchería. La sonda, de á seis cuartas: anduvimos este dia, por las continuas paradas, 8 leguas; todo es campo en las márgenes de este dia, con algunas cejas de monte.

12 Por tanto, profetiza, y diles: Así dijo el Señor DIOS: He aquí, yo abro vuestros sepulcros, y os haré subir de vuestras sepulturas, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. 13 Y sabréis que yo [soy] el SE

4 Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd Palabra del SE

El domingo me puso cuatro letras, pero nada me dice para . Si hay carta te la mandaré con el muchacho. Ya que eres muy impaciente. «Saluda de nuestra parte a doña Gabriela, a Gabrielita y a don Carlos, y diles que deseamos que el niño esté mejorcito». Me dió un vuelco el corazón; no pensé en el P. Herrera, ni en que estuviera enfermo.

Exortéles á que abrazasen la de Jesu-Cristo, ponderándoles las ventajas que lograban, y los males de que salian: á que me respondió, queria reduccion en el parage llamado Mayjol, próximo de allí: díles buenas esperanzas, y regalándoles tabaco, cuchillos, gualcas y ropas, seguí mi camino.

Antonio, vuélvete a la calle Imperial, diles que preparen todo, y yo iré al carro a ver si lo arreglo para esta tarde. Nina, vete con Dios, y cuidado no se te pegue... ¿sabes? ¡Ay, hija, se te pegará, por mucho aseo que tengas! ¿Ves? ya empiezas a sufrir las consecuencias del mal paso... por no hacer caso de . Doña Paca me dijo que te permitiera ir allá. Quiere verte: ¡pobre señora!