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¡Bravo, señor conde, bravo! exclamó el clérigo, echándose hacia atrás en la silla y mirándole fijamente con aire triunfal. Todos haremos lo que podamos para que se logre. Usted es la persona más á propósito. Después se pusieron ambos á cuchichear animadamente. D. Primitivo corrió la silla hacia ellos y preguntó en voz baja: ¿Hay alguna noticia de allá?

Descalzas y pisando de lado, como recelosas, iban entrando algunas, con la cabeza resguardada por una especie de mandilón de picote; muchas gemían de gusto al acercarse a la deleitable llama; otras, tomando de la cintura el huso y el copo de lino, hilaban después de haberse calentado las manos, o sacando del bolsillo castañas, las ponían a asar entre el rescoldo; y todas, empezando por cuchichear bajito, acababan por charlotear como urracas.

Formó resolución inquebrantable de no confesar más con él. ¡Con él! ¡Un sacerdote que entra de noche en los portales a cuchichear con mujeres hermosas y elegantes! ¡Puf! Sería vergüenza el hacerlo. Obdulia estaba bien segura de que la mujer que hablaba con su confesor era linda. Esta seguridad la torturaba.

Los convidados principiaron a inquietarse y cuchichear indicaciones y sospechas que pasaron de boca en boca. Sospecho que para empezar ya me le ha roto la crisma. Le habrá metido en el túnel y allí le dejará emparedado, seguramente. Le tendrá en el suelo y estará sentada encima. Probablemente está hirviendo algo para echárnoslo; apartémonos de la puerta por lo que pudiera ser.

No se trata ahora de allá, sino de acá respondió el cura. Vuelta á cuchichear los tres. D. Primitivo parecía sumamente interesado en la conversación y movía los gigantescos brazos cual si sirviesen de volante á sus ojos carniceros, que rodaban por las órbitas con pavorosa velocidad.

Calderón se había acercado al ministro y le hablaba con acatamiento. Salabert hizo lo mismo. Pero el personaje no tenía ganas de hablar de negocios o por ventura le inspiraba miedo el célebre negociante. La prensa hacía reticencias malévolas sobre los negocios de éste con el Gobierno. Por eso, a los pocos momentos, se fué en pos de Pepa Frías y se pusieron a cuchichear en un ángulo de la estancia.

Asintió el jorobado con toda su alma, porque aún más que la desgracia de su hija, le preocupaba el vengarse del excusador. Y comenzaron a cuchichear largamente sobre los medios de llevarlo a cabo. Habían dado ya las cuatro de la madrugada cuando Obdulia salió del cuarto de su padre. Se metió en la cama con fiebre. No pudo conciliar el sueño.

Las señoras y los caballeros se estrecharon aún más, formando grupo, y empezaron a cuchichear animadamente, proponiendo cada cual una pregunta. Al fin quedaron acordes en preguntarle si gastaba bisoñé. ¿Eeeeh? gritó el coro prolongando la nota. respondió el infeliz don Serapio. La respuesta fue acogida con ruido y alegría que hicieron temblar al fabricante de conservas.

Sería alguna extranjera. Rafael la tenía frente a su banco y veía su mano enguantada apoyándose en el antepecho de la tribuna, agitando el abanico con escandaloso crujido. El resto de su cuerpo se confundía en la penumbra de la tribuna al echarse atrás para cuchichear y reír con su acompañante. Distraído por aquella revista, Rafael apenas atendía al orador.

Aquella noche Cándida, la huesuda señorita que ya conocemos, en vez de ir a besar la mano al P. Melchor y sentarse a su lado y cuchichear toda la velada, fue a hacer lo mismo con el P. Norberto. ¿Por qué esta deserción? En la tertulia nadie lo sabía más que los interesados y D.ª Rita.