United States or Ukraine ? Vote for the TOP Country of the Week !


Retrató a la señora Infanta de las Descalzas, de más de medio cuerpo, e hizo de ella copias: de personas particulares hizo cinco o seis retratos; copió todas las cosas de Ticiano que tiene el Rey, que son los dos baños, la Europa, el Adonis y Venus, la Venus y Cupido, el Adán y Eva y otras cosas; y de retratos el del Landsgrave, el del Duque de Sajonia, el de Alba, el del Cobos, un Dux veneciano y otros muchos cuadros fuera de los que el Rey tiene: copió el retrato del Rey Felipe II entero y armado.

Eralo la madre Misericordia, abadesa de las Descalzas Reales de la villa y corte de Madrid. Primero, porque su convento era el más aristocrático. Había sido fundado en 1550 por la señora infanta de Portugal, doña Juana. Le protegían directamente sus majestades. Le visitaban mucho é iban con suma frecuencia á comer en él conservas. Las monjas eran todas señoras pertenecientes á la alta nobleza.

Como si un soplo hubiera animado el barro y formado con él cuerpos de mujeres, brotaron del suelo en un instante centenares de negras, mulatas, cuarteronas lívidas, descalzas en su mayor parte, ebrias, inmundas, que a su vez, atraídas por la fascinación del juego, se agolpaban alrededor de las mesas, rechinaban los dientes cuando perdían y saltaban a los marineros tambaleantes, pidiéndoles, en un idioma que no era inglés ni francés, ni español, ni nada conocido, una de esas monedas de a real que los americanos llaman a dime.

Primero quitaros la capa, la daga y la espada como si estuviérais en vuestra casa, mandar, hacer y deshacer, y que cuando venga Dorotea os encuentre apoderado de vuestro lugar de dueño. Pero esto me repugna... Seguid mi consejo... por veinticuatro horas. Pero si lo sabe doña Clara. Yo me encargo de eso. Pero adiós. Me están esperando en las Descalzas Reales. Y Quevedo salió.

Era aquella una de esas situaciones cómicas que tienen lugar con frecuencia cuando el poder hace uso del misterio, cuando explota el recelo de los unos y de los otros, y cuando sus agentes no saben ni pueden saber á qué atenerse. Por esto estaban en una situación casi idéntica la abadesa de las Descalzas Reales y el cocinero del rey.

Entonces dije: de seguro la Dorotea, aquella hermosa niña á quien yo conocí en el convento de las Descalzas, tiene gran poder ó puede tenerle para con don Francisco de Rojas; y en cuanto á Calderón, yo que le conozco, mucho me engaño si no es para Dorotea uno de esos hombres á quienes una mujer ama mientras no se le presenta otro mejor.

Recibo de rodillas su bendición y se la pido de nuevo. Dios guarde la vida de vuecencia ilustrísima como yo deseo. Humilde hija y criada da vuecencia ilustrísima. Misericordia, abadesa de la comunidad de las Descalzas Reales de la villa y corte de Madrid

En una época tal, el convento de las Descalzas Reales tenía una gran influencia. La abadesa era un gran personaje. Era sobrina, aunque lejana, del duque de Lerma, noble y rica. Había aportado un rico patrimonio procedente del dote y de las gananciales de su madre, y del tercio y quinto de su padre al convento. En el mundo se había llamado doña Angela de Rojas. Era rica.

Además, vuecencia me dijo le recordase que tenía que decirme algo acerca de la señora condesa de Lemos. En efecto, me importa saber uno por uno los pasos que da doña Catalina. Puedo deciros, señor, que cuando yo venía para acá, entraba vuestra hija en las Descalzas Reales. Nada tiene eso de extraño.

Pero no me dijo de qué modo; ¡no me lo ha dicho nunca! ni yo he podido adivinarlo; pero continuemos. El tío me llevó al convento de las Descalzas Reales, tocó al torno, y dijo: Madre tornera, tened la bondad de decir á Dorotea que aquí estoy yo con otro caballero. Entramos en el locutorio. Vos tardásteis.