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Los convidados principiaron a inquietarse y cuchichear indicaciones y sospechas que pasaron de boca en boca. Sospecho que para empezar ya me le ha roto la crisma. Le habrá metido en el túnel y allí le dejará emparedado, seguramente. Le tendrá en el suelo y estará sentada encima. Probablemente está hirviendo algo para echárnoslo; apartémonos de la puerta por lo que pudiera ser.

Rompámonos la crisma en el acto, ya que así lo deseas. Pocas más palabras mediaron entre ambos. De los mismos tertulianos allí presentes eligieron uno y otro los padrinos, quienes arreglaron un duelo a sable para el día siguiente por la mañana.

Desengáñense ustedes decía Fuertes sentándose , que esto no tiene señal de juicio... ni los que andan en ello tampoco... ¡Ah! pues dejen ustedes que se inflen todos esos trapos y empiece el viento a enredarse entre ellos... ¡Ni san Pablo para aquí entonces sin romperse la crisma con algo, o echar los hígados por la boca!...

Buscáronse, en ayunas y en chancletas, como estaban; halláronse, reuniéronse y deliberaron. ¿Qué hacer? Romperle la crisma. En eso convinieron todos, sin discusión; pero ¿y después? Arrancarle una declaración y dar ellos un manifiesto; pero faltaba la imprenta para propagarle con la abundancia y la rapidez que la urgencia del caso pedía...

Van como arrastrados de los cabellos a aprender la doctrina, y sólo el temor les hace llevar sus hijos a nuestras iglesias para recibir el bautismo. Pero, ansi que llegan a sus casas, les roen la mollera con un trozo de cacharro o el filo de un cuchillo, lavándoles en seguida prolijamente para quitalles hasta el último resto de la crisma sacramental.

Ha llegado hasta tal punto la cosa que ha sido necesario un edicto de policía penando con una fuerte multa a los que arrojan cáscaras de banana en la calle, suministrando así ocasión a más de un desgraciado para romperse la crisma. Ahora, ¿sabéis a cuánto ha ascendido el valor de la exportación de plátanos por el puerto de Colón en el año 1881?

Ni con fábulas de Esopo, ni con citas de Platón, ni de manera alguna, por indirecta que sea, consentiré en adelante que, estando yo presente, y aun cuando no esté yo presente, pongas en solfa mi amistad con doña Beatriz. Si llego a saber que hablas otra vez de ella, que aludes a ella, que te burlas de su marido, lo sentiré mucho, pero te romperé la crisma.

Pero ahí está Reno, que te lo dirá en un santiamén. No tal, dijo Reno bajando la espada. Desde entonces he tenido otras muchas cosas en que pensar y aunque me rompa la crisma no lo recordaré nunca. Creo que estábamos jugando á los dados. No, creo que fué cuestión de faldas. ¿Eh, Simón? Dados ó mujeres, creo que le andas cerca.

Pero, ahorcados ya los hábitos, y teniendo que declarar en seguida que Pepita era su novia y que iba a casarse con ella, D. Luis, a pesar de su carácter pacífico, de sus ensueños de humana ternura, y de las creencias religiosas que en su alma quedaban íntegras, y que repugnaban todo medio violento, no acertaba a compaginar con su dignidad el abstenerse de romper la crisma al conde desvergonzado.

Daré por la fe hasta la última gota de sangre; pero para pagarme no hay dinero... ¡Ni que me hicieran Papa! Es cien veces más noble irse al campo a que le rompan a uno la crisma. La de Astorgüela, absorta y desconcertada, no desplegó los labios: Tirso cogió su teja negra de la silla en que la había dejado y añadió bruscamente: Adiós, señora.