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MERLUZA ASADA. Limpia y sazonada de sal se cubre con pan rallado, perejil y ajo; se coloca en una fuente que resista el horno, y bien rociada de aceite y zumo de limón se pone a asar. COLA DE MERLUZA ASADA. Se pone en una tartera larga, se echa por encima perejil y queso rallado, zumo de limón y jerez, metiéndola al horno hasta que esté hecha.

Vio un cambio de ministros fundado en que los del 16 de Octubre parecieron un poco dañados de liberalismo, pues la Corte deseaba un gobierno absolutamente agridulce que contentase a todos y conciliara el día con la noche, cosa en verdad más difícil que asar la manteca.

Era digno de sentarse en algún festín pelásgico ó cuando menos de asistir á la famosa hecatombe que Nestor, rey de Pylos arenosa, celebró en honor de Neptuno, y comerse uno de aquellos bueyes á medio asar.

ATÚN ASADO. Se prepara y limpia como el anterior y se pone a asar en aceite muy caliente y cebolla, y, si se quiere, se le agregan patatas moldeadas. ATÚN GUISADO. Limpio y sazonado como los anteriores, se fríe envuelto en harina, se dora bien, se dora cebolla, y se le echa caldo, pimiento molido, se deja hervir un rato y se pasa la salsa.

Toda vez que llegaba a tener carne que asar, la reservaba para la comida.

En Cartagena amigos ayudaron A Zarate á salir de su laceria: Qué muchos de su mal se constritaron, Por verle haber venido á tal miseria: Que para asar, cocer, freir, decia, Que en mucha cantidad barras tenia. Con este desastrado desbarate, Y desdichado fin y mal suceso, A Castilla se viene el de Zarate, Sin sacar de su plata un solo peso.

De un lado, la necesidad imperiosa, brutal, de comer; del otro, el estómago que se resiste, implora, se debate, auxiliado por el reflejo de la caldera que eleva la temperatura hasta el punto de asar una ave que se atreviese a cruzar esa atmósfera.

LOMO CON ARROZ. Se toma un trozo de tierno, se adoba con sal y ajo y se pone a asar en manteca bien caliente; a medio asar se le separa de la manteca, y en ella se fríe cebolla picada, luego de frita se echa el arroz y se rehoga un rato, añadiendo agua hirviendo, y se deja hervir a fuego vivo; cuando el agua va ya mermando, se corta el lomo en rajas y se mezcla con el arroz, hasta que termina la cocción.

-No es menester tanto -respondió Sancho-, que con un par de pollos que nos asen tendremos lo suficiente, porque mi señor es delicado y come poco, y yo no soy tragantón en demasía. Respondióle el huésped que no tenía pollos, porque los milanos los tenían asolados. -Pues mande el señor huésped -dijo Sancho- asar una polla que sea tierna.

Quizás crea que hemos caído en manos de los papúes, y hasta nos tenga por muertos. Sabe que estamos armados y que sabemos defendernos. Confiemos en Dios. El piloto, aunque aquejado por tristes pensamientos, cortó aquella penosa conversación, encendiendo fuego y poniendo a asar sobre las brasas algunas chuletas del babirussa.