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Subamos y apartémonos de aquí, que yo pondré silencio en mis rebuznos, pero no en dejar de decir que los caballeros andantes huyen, y dejan a sus buenos escuderos molidos como alheña, o como cibera, en poder de sus enemigos.

Los dedos le bailaban, sin embargo, tal era su coraje; con tanta embestida como había sufrido, su escuálido bolsillo debía estar hecho jirones. ¡Ah, camastrón! ¿esas tenemos? ¡pues en guardia! No he de perderte de vista; el amigo Portas, que es un lince, sabe lo que se dice. No hay que fiarse de estos fantasmones. Sigamos el consejo: apartémonos, pero, ¡alerta!

Los convidados principiaron a inquietarse y cuchichear indicaciones y sospechas que pasaron de boca en boca. Sospecho que para empezar ya me le ha roto la crisma. Le habrá metido en el túnel y allí le dejará emparedado, seguramente. Le tendrá en el suelo y estará sentada encima. Probablemente está hirviendo algo para echárnoslo; apartémonos de la puerta por lo que pudiera ser.

Mira; apartémonos: quiero evitar el encuentro de ese que se dirige hacia nosotros: me encuentra en la calle y nunca me saluda; pero en sociedad es otra cosa: como es tan desairado estar de pie, sin hablar con nadie, aquí me habla siempre. Soy su amigo para los momentos de fastidio: también en el Prado se me suele agregar cuando no ha encontrado ningún amigo más íntimo. Esa es la sociedad.

Apartémonos a un lado para tomar la vereda. ¡Ah!, la Trascava. Este césped resbaladizo va bajando hasta perderse en la gruta. El que cae en ella no puede volver a salir. Apartémonos, Nela; no me gusta este sitio. Tonto, de aquí a la entrada de la cueva hay mucho que andar. ¡Y qué bonita está hoy!

-Si no me descubres, Sancho -respondió el peregrino-, seguro estoy que en este traje no habrá nadie que me conozca; y apartémonos del camino a aquella alameda que allí parece, donde quieren comer y reposar mis compañeros, y allí comerás con ellos, que son muy apacible gente.

Señora doña María dije procurando echar fuera el gran peso que tenía sobre mi alma el varonil espíritu de usted me asombra. Pero si vuelve usted a nacer y vuelve a tener hijas... Ya lo que me quiere usted decir, ... que las tenga más sujetas, que no les permita ni siquiera mirar a un hombre. He sido demasiado tolerante... Pero apartémonos de aquí... el ruido de esa canalla me hace daño.

Como acertáramos a encontrar un rebaño de ovejas y cabras, dijo el aragonés: Apartémonos aquí junto al charco para ver de derrotar a estos austriacos y rusiacos, que vienen mandados por el tío Parranclof, emperador del Zurrón y rey de los guarros, y subamos a la loma de la Panza para quitarles la artillería y hacerles meter en el castillo.