United States or United Kingdom ? Vote for the TOP Country of the Week !


¿Ha tosido usted? preguntó el excusador, sentándose. No... la he pasado toda llorando. El clérigo la miró estupefacto. ¿Cómo es eso, hija mía? Obdulia se llevó el pañuelo a los ojos y no contestó. Al cabo de un largo silencio dejó caer el pañuelo, se apoderó de una mano de su confesor y la besó con efusión repetidas veces y la llenó de lágrimas, exclamando: ¡Soy muy desgraciada!

Después que D. José y todos los fieles a coro dijeron buena porción de oraciones, que a nuestro joven le parecieron una misma, o por lo abstraído que estaba, o porque en realidad no discrepasen mucho unas de otras, rompió el excusador a cantar alto y tendido un villancico a la Virgen sin acompañamiento de órgano, porque no lo había, ni de instrumento musical alguno.

El excusador levantó la cabeza y se apresuró a volverla en seguida para que la buena mujer no advirtiese su estado; pero ya era tarde. ¿Cómo?... ¿Está usted llorando, señor excusador? ¿Qué le ha pasado, criatura? ¡Virgen de la Soledad!

Por la larga, sinuosa calle del Cuadrante circulaban pocos transeúntes. El excusador y la esposa de Montesinos caminaron un rato en silencio en dirección al Campo de los Desmayos. Al aproximarse a él ambos se sentían agitados, temerosos. Tanto para calmarse un poco como para prevenirse, se detuvieron un instante, y metiéndose en el hueco de una puerta, cuchichearon con animación.

Cualquier sacrificio haría por borrar de su memoria la ofensa recibida y soldar de nuevo la cadena de su matrimonio. ¡Cuánto daría en este momento por ser un hombre elocuente!... La elocuencia, señor excusador, ha servido en este mundo para que se cometiesen grandes vilezas; pero creo que ninguna lo sería mayor que la que usted me propone.

D. Álvaro hizo una mueca de desdén, y levantándose de la silla con señales de impaciencia, tendió la mano al sacerdote. Señor excusador, nuestra conversación, si se prolongase, podría convertirse en disputa. Siempre es mala educación disputar con las personas que vienen a visitarnos, pero en este caso, tratándose de un sacerdote, sería una verdadera ofensa. Diga usted cuanto se le ocurra, señor.

Volvió el excusador a cantar otra letra y tornaron las mujerucas a responderle con el mismo estribillo: y así por varias veces. Terminado el canto, bajó D. José del púlpito y se hincó de rodillas ante el altar de San Rafael para pedirle que le inspirase el sermón que tenía escrito y aprendido hacía más de quince días. Reinó grave silencio en la iglesia.

Cuando llegó éste a las once, le siguió hasta su cuarto y, después de cerrar la puerta, le dijo de repente: Papá, no te he dicho la verdad... Cuando me hallasteis con el excusador acababa de arrojarse sobre , estando en la cama. Me resistí, luchamos, y al fin quedé desmayada en sus brazos. El jorobado dio un grito de rabia. ¡Ah puerco! ¡Bien lo presumía yo!

Pero Obdulia, conducida a la desesperación por el creciente rigor de éste, le dijo al fin de un modo terminante que si en el plazo de ocho días no se decidía a acompañarla al convento, se escaparía de la casa y se iría sola. Gran turbación arrojaron estas palabras en el espíritu del joven excusador. Ayudar tan directamente a cometer una desobediencia le causaba repugnancia.

El viaje había sido un verdadero rapto frustrado. La muchacha se sacrificaba. Hacía ya tiempo que él, D. Narciso, tenía sospechas de lo que iba a pasar. El excusador había concebido una pasión sacrílega. La escapatoria estaba concertada desde hacía tres meses, etc., etc. Les llenó la cabeza de viento. La posición que ocupaba como párroco, de hecho si no de derecho, facilitó mucho esta atracción.