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Después comenzó la parte monótona de la procesión. Un desfile de más de cien imágenes con sus correspondientes cofradías y asilos; más de un millar de cabezas que pasaban por debajo de los balcones con la raya partida y el pelo aceitoso o rizado.

A esto respondió la guardesa que podrían lograr sus deseos de recogerse, si se entendían con un señor muy piadoso que anda en estas cosas de asilos; un sacerdote... que le llaman D. Romualdo. «¡D. Romualdo!... ¡Ah! , ya ; digo, no le conozco más que de nombre. ¿Es un señor cura, alto y guapetón, que tiene una sobrina llamada Doña Patros, que bizca un poco?».

Si, ; haremos todo eso. Iremos á los hospitales, á los asilos; entraremos, si es preciso, en todas las casas. . Iremos á la antigua casa; preguntaremos á la portera, á los vecinos, al tendero más próximo. Eso es. Diga usted, ¿no había en aquella casa una criada? , había una. No su nombre. ¿Dónde estará? Si la encontramos, tal vez nos alguna luz. Puede ser que se haya dirigido á ella.

De las anteriores islas, solamente están habitadas, según ya dijimos, Guajan, Rota y Saipan, siendo estas dos últimas, miserables asilos en que difícilmente se refleja la escasa vida que disfruta la primera. La isla de Guajan la encuentra el navegante á los 13° 26' lat. N. y 150° 52' long.

Seguimos la señora Adela y yo a lo largo de la calle, y nos detuvimos a la puerta de uno de esos cafetines, asilos de tahúres y vagos, cuya puerta se cierra a la hora prescrita en los bandos, pero que se abre durante toda la noche a todo el que llega. Llamé, abrieron, y la señora Adela y yo entramos. Nos sentamos junto a una mesa, y la trapera pidió aguardiente.

Allí podemos acompañarla, finalmente, en su constante peregrinación artística, subiendo por la Cuesta de los Molinos, por las Vistillas de los Ángeles, por el Campo del Príncipe y por la Cuesta de San Cecilio, á buscar los sublimes panoramas que se descubren desde los Mártires ó desde Torre Bermeja, para ir luego á visitar las maravillas del Palacio encantado de Alhamar el Magnífico, y del aéreo, quimérico Generalife, asilos perdurables de poéticos ensueños..... Y en todos estos parajes veremos á aquella mujer, tan sensible y reflexiva, tan amante y soñadora, siempre al través del prisma de colores de una flora inagotable, siempre al son del canto del ruiseñor, siempre oyendo bajo nuestros pies, sobre nuestra cabeza y á nuestro lado, el rumor melancólico del agua, reluciente ú oculta, despeñada ó juguetona, y siempre entre la magia de los recuerdos históricos, de los primores artísticos, de las tradiciones románticas, de las solemnidades religiosas y del patético gemido que exhala todo lo decadente, todo lo desgraciado, todo lo que pasó..... como pasa nuestra vida.....

Ellos al menos dan algo: reparten limosnas, tienen asilos, se ocupan del pobre y predican a los ricos para que socorran con dinero. Y los otros, que hablan en las reuniones sobre esos papas del socialismo y la anarquía, no dan ni un botón. ¡Qué han de dar, si son unos pelagatos!...

Y ¿cuál es la montaña que no tiene á un tiempo hermosos aspectos y seguros asilos y que no es terrible ó benéfica y muchas veces ambas cosas juntamente? Los pueblos, andando por el mundo, podían relacionar fácilmente todas sus tradiciones á la montaña que dominaba su horizonte y darle culto. En cada estación de su largo viaje se edificaba un nuevo templo.

Entre los amigos hubiéramos colocado todos los billetes reuniendo una buena suma que podrías destinar a los asilos de Beneficencia. Podías haber formado una sociedad con todo el señorío de Villamojada y su término, o con todo el señorío de Santa Irene de Campó, y celebrar juntas y reunir mucho dinero.... ¿Qué tal? También pudiste idear una corrida de toretes.

»Yo pregunto: ¿No habrá algún día leyes para enfrenar la alta vagancia? ¿No se crearán algún día palacios correccionales? ¿No establecerán las generaciones venideras asilos elegantes, forrados de seda, para tener a raya la demagogia azul, dándole de comer? Yo pregunto también: Puesto que tanto se ha hablado del derecho a la vida, ¿existirá también el derecho al lujo?