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No pararon los irritados combatientes hasta que D. Marcos no derramó sangre á raudales, rasguñado por la poetisa; hasta que ésta no se desmayó, dejando caer sus postizos bucles, y haciéndome en la frente un chichón del tamaño de una nuez; hasta que el Duque no se le fraccionó en dos pedazos completos la mejor levita que tenía; hasta que Carranza no perdió sus espejuelos y la peluca, que era bermeja y muy sebosa.

Celesto hizo una mueca horrorosa con su nariz multicolora. Porque es tiempo de manifestar que la nariz del mensajero no era bermeja, como a primera vista le había parecido a Andrés, sino que, dominando este color notablemente, todavía dejaba que otros matices, tirando a amarillo, verde y morado, se ofreciesen con más o menos franqueza entre los muchos altibajos y quebraduras que la surcaban.

La noticia ha corrido por los bastidores, ha penetrado en el saloncillo de autores, ha llegado también á los «camerinos», donde las actrices acaban, entre risas, de alegrar con carmín la frescura bermeja de sus labios.

43 Entonces el sacerdote lo mirará, y si pareciere la hinchazón de la llaga blanca bermeja en su calva o en su antecalva, como el parecer de la lepra de la tez de la carne, 47 Y cuando en el vestido hubiere plaga de lepra, en vestido de lana, o en vestido de lino; 48 o en estambre, o en trama de lino, o de lana, o en piel, o en cualquiera obra de piel;

Reyes Católicos, del Infante D. Juan y de la infanta D.ª Isabel. Para hacer las testas del buey y del asno, para el pesevre é piezas de oropel, 7 sueldos. Una libra de coton cardado, 3 s. Tres de lana cardada y bermeja, 5 s. Unas cabelleras de cerda para los profetas, 4 s. 6 d. Siete pares de guantes para los ángeles, 10 s. 6 d. Por el loguero de siete cabelleras de muger para los ángeles, 6 s.

49 y que la plaga sea verde, o bermeja, en vestido o en piel, o en estambre, o en trama, o en cualquiera obra de piel; plaga es de lepra, y se ha de mostrar al sacerdote. 50 Y el sacerdote mirará la plaga, y encerrará la cosa plagada por siete días.

Estoy por ir a preguntarle si se quiere contratar dijo otro. ¡A que no te acercas a él! Mientras tanto Barragán avanzaba por el medio del café echando miradas sanguinarias a todos los rincones como si buscase a alguno para arrojarse sobre él y degollarlo. Al fin divisó al desgraciado que buscaba. Era un sujeto de faz bermeja.

Ramiro se sentaba de costumbre sobre uno de ellos, y pasaba las horas largas mirando hacia afuera, con el codo apoyado en el alféizar. Una de las ventanas, la que abría hacia el nordeste, dominaba casi todo el caserío. Desde aquella altura, Avila de los Santos, inclinada hacia el Adaja y ceñida estrechamente por su torreada y bermeja muralla, más que una ciudad, semejaba gran castillo roquero.

Puesto que te divierten mis crónicas, voy a contarte aquella comida en casa de la Marquesa. La de Oreve tenía a su derecha a Lacante, por supuesto, y a su izquierda a Kisseler, el escultor. Enfrente de ella, su augusto esposo. ¿Lo conoces? No creo. Un hombre alto y delgado, barba escasa y una cabellera bermeja, muy indisciplinada a pesar de los emplastos de cosmético que tratan de civilizarla.

Apaga la luz del día de humo negro nube espesa; rásganla voraces llamas incendiando la ancha esfera, que a los deslumbrados ojos miente tempestad horrenda, y aquella sangre, que baña monte y llano por doquiera, parece la roja lluvia de aquella nube bermeja.