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Pues... siguió Amalia, viéndose religiosamente escuchada allí estaban Jiménez y el marquesito de Cañahejas, y Monsieur Anatole... y todos leían y comentaban un suelto del Fígaro, en que se refería la sensación causada en una de las estaciones termales más elegantes de Francia y de Europa, por el loco amor de un magnate español a una dama sueca....

Actualmente sólo funciona un teatro en San Sebastián. No hay espectáculos. No hay baile. No hay restaurants nocturnos... ni apenas diurnos. Juan Jacobo Rousseau experimentaría un serio disgusto al ver que el Casino va venciendo. Anatole France, en cambio, para quien la civilización es una lucha constante del hombre contra la Naturaleza, sonreiría encantado.

Es un palacio con una cúpula, donde dan recetas para que la gente rica pueda hablar bien. El comisario se incorporó en su sillón, impulsado por la sorpresa. Aquel taller de sabios á la orilla del Sena era sin duda la Academia Francesa; la casa de la cúpula, el Instituto; y el tal Anatole no podía ser otro que Anatole France. ¿Pero existe el tío Crainqueville? preguntó con incredulidad.

Gozosa y atendida, veía Pilar una fiesta de las Mil y una noches en el Casino constelado de innumerables mecheros de gas, en el aire tibio poblado con las armonías de la magnifica orquesta, en el salón de baile donde los amorcillos juguetones del techo se bañaban en el vaho dorado de las luces. Jiménez, el marquesito de Cañahejas y Monsieur Anatole, se disputaron el placer de bailar con ella.

Ese tipo de escritor culto, ponderado, sano, inteligente y bien nutrido, que Lemaitre considera superior al genio y del que pone como ejemplo a Anatole France, no existe entre nosotros. Todos nuestros escritores pertenecen a la categoría genial. Yo mismo, en mi pequeñísima escala, ¿qué duda cabe de que también soy un genio?

Perico no pudo menos de decirle sotto voce: ¿Bailas, eh? ¡Veremos mañana qué dice Duhamel!... Estará celestial, celestial. Mañana me escapo, me escapo. De fijo, revientas, revientas, revientas como un triquitraque. No lo creas. ¡Me siento tan bien! exclamó ella bebiéndose un vaso de grosella que le presentaba el hispanófilo Monsieur Anatole.

Adiós, chicos dijo entrando en el cuarto de Miranda vestido de viaje, con polainas de paño, un casquete de fieltro y terciada al hombro una escopeta de caza de dos cañones. Y como Miranda lo contemplase con tamaña boca abierta. Me he resuelto explicó . Vichy está demasiado tonto; y Anatole se empeña.... ¿Te vas a Auvernia?

Nadie como él me parece, entre los modernos, dueño de ese arte de «enseñar con gracia», que Anatole France considera divino. Nadie ha acertado como él a hermanar, con la ironía, la piedad. Aun en el rigor del análisis, sabe poner la unción del sacerdote. Aun cuando enseña a dudar, su suavidad exquisita tiende una onda balsámica sobre la duda.

, chica.... ¿Quién resiste ya aquí? Esto se ha quedado de lo más tonto.... ¡Vaya! Ni alma viviente.... , la krauss se fue; la contrataron en París.... Un éxito la última noche de Mignon... Hay hoteles que ya se han cerrado.... Como comprenderás, la soga tras el caldero... pues, en marchándose la sueca, ¿iba él a quedarse? Hasta Estocolmo irá.... ¡No que no! ¿Pero no lo sabías? El día de la marcha le llenó el coche de ramos... todo un vagón-salón cubierto de gardenias y camelias.... ¿qué te parece? Ya representa algunos franquillos, ya.... Luisa Natal.... ¿adónde sino a Madrid?... ¡Ah! La condesa hace el viaje deteniéndose en Lourdes... una semana lo menos piensa pasar allí.... , Cañahejas va a un castillo de unos parientes de Monsieur Anatole, donde cazarán hasta Noviembre.... ¿Jiménez? No , chica...

Contre de sixte. Ripostez... ¡Ah bien! Parez seconde. Rispostez ¡Ah bien! Don Rosendo se creía trasladado a París, y veía en don Rudesindo, Folgueras y Sinforoso, a Grisier, Anatole de la Forge y el barón de Basancourt. El Faro no era El Faro, sino Le Gaulois o Le Journal des Debats.