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Las personas mayores la emprendieron con el dulce, y el señor Cuadros descorchó frascos de licor de colores vivos e infernales, que hacían retorcer el estómago. Las copitas de color rosa besaban las bocas, dejando en los rojos labios de las jóvenes adorables gotitas de azúcar líquido. La sobremesa, alborozada y ruidosa, duró mucho rato.

Rióse este al verla, y extendiendo la mano prontamente, cogióla por el papel; la mosca echó a volar dejando su molesto apéndice en manos del niño, y la pobre criatura, alborozada con la presa, púsose a leer el contenido de la misiva... Mas su gozo desapareció de repente, tornándose lívido al descifrarla, dando una media vuelta en el asiento cual si le hubiesen aplicado un hierro candente, fijando una mirada de odio feroz, de rabia pronta a desbordarse en el inofensivo Tapón, que muy alborozado, lanzaba al aire en aquel momento su decimosexto clamor de «¡Muera el padre Bonnet!». A espaldas de ambos seguía el malayo con maligna curiosidad aquella muda escena, que tenía a la vez mucho de infantil y de terrible.

Expulsaría de las Claverías al zapatero, ya que estaba en ellas sin otro derecho que haber nacido allí su mujer. Mariquita, alborozada por la energía de su tío, debió hablar a alguien de tales propósitos, y la noticia circuló por el claustro. Don Antolín no osó seguir adelante, aterrado por la unanimidad con que toda la población se alzó silenciosamente frente a él.

La imaginación del menguado escritor, después de correr de aquí para allí, con la alborozada inquietud de un pájaro que, viendo rotas la cañas de su jaula, se escapa y vuela á todas partes sin fijarse en ninguna, se concretó al fin, se fijó, se regularizó poco á poco.

Lo que ella se pregunta es: «¿cómo le pareceré yo al mundo?». Y a medida que se atavía y se adorna y se embellece con los mil recursos que la moda inventa, piensa la señorita, frente al espejo que refleja su figura de mujer en esbozo: «yo creo que le voy a parecer bonita al mundo». Y esta idea optimista, justificada desde luego, porque la señorita es linda, le produce una alegría exultante, alborozada, llena de íntimo regocijo.

Y observando que completaba también la toilette de luto de la duquesa una mantilla española, exclamó muy alborozada: ¡Mujer, hemos tenido la misma idea!... ¡Qué delicia!... Les grands esprits se rencontrent... Para representar a España, no se podía ir de otra manera... Lo que siento es no haber pensado en el abanico...

Atónita quanto alborozada de oir el idioma de mi patria, extrañando empero las palabras que decia aquel hombre, le respondí que mayores desgracias habia que el desman de que se lamentaba, informándole en pocas razones de los horrores que habia sufrido; despues de esto me volví á desmayar.

Ansiosa estaba de leer o de que le leyesen el Kama Sutra, y de estudiar bien allí las sesenta y cuatro aptitudes o excelencias de la Padmini, para buscarlas en ella y convencerse de que las poseía y de que no era lisonja de su amigo. En resolución, Poldy estaba inquieta y alborozada, pero con inquietud y alborozo, llenos de dulces esperanzas y de amorosas y poéticas venturas.

¡Ah! dijo Stein , el Santo Arcángel y la bendita Virgen, cuyos nombres lleváis, aquella que es la salud de los enfermos, la consoladora de los afligidos, y el socorro de los cristianos, os pague el bien que me habéis hecho. ¡Habla español exclamó alborozada la tía María , y es cristiano, y sabe las letanías!

Y Lidia... Al verla otra vez había sentido un brusco golpe de deseo por la mujer actual de garganta llena y ya estremecida. Ante el tratado comercial que le ofrecían, se echó en brazos de aquella rara conquista que le deparaba el destino. ¿No sabes, Lidia? prorrumpió alborozada, al volver su hija Octavio nos invita a pasar una temporada en su establecimiento. ¿Qué te parece?