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Apenas queda sola la mujer de Guzmán, se presenta el Rey en busca del Infante, y pronuncia algunas palabras que afligen sobremanera á tan leal señora; apodérase entonces de una lámpara, y, sin faltarle al respeto, enseña la puerta á su ilustre huésped, alumbrándole desde la escalera. Esta escena es excelente.

Pero ¡buena estaba la querida patria entonces para que volvieran a su regazo hijos de tan blando corazón como yo!... Porque no puedes figurarte lo que a me afligen estas inacabables desventuras de nuestra hidalga tierra, «la tierra proverbial de los caballeros», como siguen afirmando los españoles seriamente cultos.

Así se llama la mujer vestida de negro. Cuando volvimos de almorzar, estuvimos hablando con la lechera, la cual nos reveló secretos que nos afligen profundamente. La jóven que habita uno de los cuartos principales del hotel de enfrente, no es francesa; es de Pisa, una de las más célebres ciudades de Toscana, una de las más bellas ciudades del mundo.

La usura es otra de las calamidades que afligen en grado superlativo á la agricultura filipina; tan escandalosa es en aquel país la explotación por este medio hecha del pequeño agricultor, que puede decirse, con toda seguridad, que su monopolio es causa de porfiadas luchas en la provisión de los cargos de funcionarios municipales, puesto que la autoridad del Gobernadorcillo es la que facilita el cobro de las cantidades ó productos que remuneran tan honradísimo comercio.

No he de negar por esto que, si bien dentro de ciertos límites juiciosos me hechizan, me deleitan y hasta me arrancan aplausos las literaturas regionales, sobre todo cuando son cándidas, espontáneas y sencillas, todavía me asustan y me afligen cuando se convierten en tema y vienen á extralimitarse.

CUESTA. Amigo Pantoja, Dios le guarde. ¿Vamos bien? Viviendo, amigo, que es como decir: esperando. CUESTA. Esperando mejor vida... PANTOJA. Padeciendo en ésta todo lo que el Señor disponga para hacernos dignos de la otra. CUESTA. ¿Y de salud? PANTOJA. Mal y bien. Mal, porque me afligen desazones y achaques; bien, porque me agrada el dolor, y el sufrimiento me regocija. CUESTA. Ascético estáis.

Tuvo que salir inmediatamente de la iglesia, acometido de violentas náuseas. En el pórtico devolvió toda la comida. Llevole a casa el cura, y quiso curarle con una taza de salvia, remedio supremo que empleaba contra todas las dolencias que afligen al género humano; pero su joven compañero, que sabía a qué atenerse sobre su enfermedad, rehusó obstinadamente toda medicación.

Si yo me atreviera huiría con vosotros, sería el último, pero artista, independiente, libre, sin miedo al porvenir, sin pensar en él, pensando en la música... ¿Creéis que no os comprendo? ¡Cuántas veces leo en vuestro rostro las preocupaciones que os afligen, los cuidados del mañana incierto!

Entre las mil desventuras que afligen hoy a la madre España, no es la menor el prurito de remediarlas que se ha apoderado de multitud de personas. Brotan de este prurito, como de abundante venero, arengas políticas y sociales, artículos de fondo, novelas y dramas y no pocos libros científicos, o casi científicos, que bien pudiéramos calificar de terapéutica política o de psicoiatría endémica.

Este pequeño auto, inserto en El Peregrino, se representó el día de Santiago, si nos atenemos á los datos que se encuentran en aquella obra. Al principio conversa el joven Damasceno con su paje la Juventud, que le describe las molestias que le afligen en la casa paterna, y lo excita á vivir más alegremente.