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El licenciado Velasco de la Cueva, que desde muchos años atrás venía ejerciendo el monopolio de las buenas maneras en Vegalora y siete leguas á la redonda, ofreció el brazo á la condesa con una reverencia digna del siglo XV. D. Primitivo quiso imitarle, y se lo ofreció al aya en la forma elegante y desenvuelta que un oso lo hubiera hecho; pero la blonda extranjera lo rehusó, dándole las gracias con una inclinación ceremoniosa.

«Don Santos Barinaga, el rival mercantil de La Cruz Roja, la víctima del monopolio ilegal y escandaloso de doña Paula y su hijo; el pobre don Santos, se moría sin remedio, según don Robustiano Somoza, el médico de la aristocracia cuyas ideas no eran sospechosas». ¿Y de qué dirán ustedes que se muere? preguntaba Foja en un corrillo, delante de la catedral, al salir de misa de doce.

Entre las instituciones de Friburgo hay una muy curiosa que no he hallado en ninguna otra nacion de Europa: la ley obliga á todo propietario de casa ó edificio á asegurarla contra incendios y otros accidentes, y el Gobierno cantonal es el asegurador que especula con el monopolio de la empresa.

A este respecto, y como debe haberse ya entrevisto por los itinerarios que quedan detallados, los malos caminos han sido siempre en la provincia de Caupolican el principal obstáculo á la propagacion del comercio: este estado de cosas era entretanto mantenido de propósito por los empleados seculares ó religiosos, á fin de conservar esclusivamente para ellos el monopolio de trueques.

En otro tiempo, los holandeses, que se habían hecho dueños de la Malasia, tuvieron el monopolio de la nuez moscada, y para sostenerlo, impidiendo la competencia, destruyeron inmensos plantíos valiéndose de medios violentos y hasta inhumanos, y limitaron el cultivo a la isla de Banda, que produce la mejor calidad de ellas, y a otras tres islas de aquel archipiélago; pero pronto se convencieron de lo poco discreto de tal sistema, tratándose de un producto de puro lujo y de uso limitado, y dejaron a los malayos la libertad de cultivarlo a su guisa.

Y llevan sus influjos salvadores a los centros del lujo y monopolio a las chozas de humildes labradores, de los romanos Césares al solio; y hacen brillar sus célicos fulgores sobre el negro frontón del Capitolio, enclavando la Cruz con heroísmo en medio el corazón del paganismo.

El pobre don Santos Barinaga, víctima del monopolio escandaloso de la Cruz Roja, muere de hambre en los desiertos almacenes donde un tiempo brillaban los vasos sagrados, patenas y copones, lámparas y candeleros con otros cien objetos del culto; muere en aquel rincón y muere de inanición, señores, por culpa del simoniaco que todos conocemos: muere, , morirá; pero el que se burla con artificios de nuestro código mercantil y de las leyes de la Iglesia, comerciando a pesar de ser sacerdote; el que mata de hambre al pobre ciudadano señor Barinaga, ¡ese no se gozará en su obra mucho tiempo, porque la indignación pública sube, sube, como la marea... y acabará por tragarse al tirano!...

En Constantinopla mismo, un Imperio cuasi agonizante, una civilización cuasi naciente, y un sultán cuasi ilustrado con costumbres cuasi europeas. En Inglaterra, una industria y un comercio, monopolio cuasi del mundo; un orgullo nacional cuasi insufrible; y otro cuasi rey que no decide cuasi nada; una mayoría cuasi whig. Un gobierno cuasi oligárquico, que tiene la audacia de llamarse liberal.

¿Sería indiscreto si le rogase que me reservara todos los valses? preguntó él, ofreciéndole el brazo. Sería algo más que indiscreto, y yo no puedo autorizar semejante monopolio respondió sonriendo María Teresa. ¿Cree usted que no encontraré tan buenos bailadores como usted entre todos esos jóvenes? No es como bailador, por lo que yo pido la preferencia.

Desde este punto empiezan á mostrarse millares de bufeos jugando sobre las ondas, y en el tránsito de algunas leguas, se ven tres hermosas especies de palmas, que no se encuentran en ninguna otra parte . A eso de las cinco se desemboca en el rio Iténes, en cuya confluencia habria sido muy conveniente establecer una poblacion, vista la mucha elevacion de la ribera izquierda del Itonama; pero indudablemente no han dado lugar á ello las interminables discusiones entre Españoles y Portugueses, sobre los límites de sus posesiones respectivas; y queda ya referido que, deseosos estos últimos de conservar el monopolio de la navegacion de esos rios, espulsaron á los Jesuitas que trataban de establecerse sobre sus orillas .