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Una vez desarmado el aparato, Carlos principió a encajar de nuevo unas piezas con otras, con seguridad y desembarazo, como el que conoce bien el terreno que pisa. Su padre, no obstante, a quien disgustaba siempre la prisa, le atajó en seguida. Alto ahí, Carlos; eso no es resolver la dificultad... Hay que tomar las cosas con más calma; si no, obtendremos el mismo resultado.

Madama Fonteral se echó á temblar, y me miraba como aquel que pide compasion. Vaya usted corriendo! añadió mi mujer con mucha prisa. Inmediatamente que quedamos solos, me preguntó mi compañera: ¿Qué piensas hacer? Pienso ver á los españoles y americanos que aquí conozco, y reunir la suma necesaria para que Luisa vuelva á su país. Estando en Pisa, una lágrima y un perdon lo salvan todo.

No es posible leer este auto sin recordar vivamente el cuadro atribuído á Orcagna, titulado El triunfo de la muerte, que se halla en el campo santo de Pisa. El auto más extenso es el que lleva la denominación de Sumario de la historia de Dios. Es un extracto dramático de la Historia sagrada.

Mi gato está más flaco de lo que V. piensa, Martinita. La torre inclinada de Pisa. ¡Vaya una cosa rara y sorprendente! exclamó el coronel. Yo no cómo ha podido construirse esa torre. Haciendo que la vertical que pasa por el centro de gravedad, caiga dentro de la base manifestó Carlitos, que había estudiado su poquito de física en la escuela.

15 Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella los gentiles; y él los regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso. 16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SE

Mientras vivió la mujer de don Aquiles, no se vió semejante mostrenco en la casa, pero así que aquella buena alma se marchó para no volver, por la misma puerta que ella salía, entró el chiquillo aquel, tan orondo y campante, como quien pisa país conquistado.

Todo era allí monumento, como en algunos barrios de Ferrara, Pisa y Florencia. Por todas partes alzábanse padrones de historia militar, de devoción, de aristocracia ó de ciencia, según la arquitectura y destino de cada edificio. ¡Oh! No podíamos negarlo: estábamos en la Atenas castellana: estábamos en Roma la Chica. ¡Doquier piedra, silencio y soledad!

Sin hombres-sólidos no habría tiranos; y como aquellos son eternos, éstos no tendrán fin. Es la muchedumbre inmensa que llaman pueblo, a quien se fascina, sobre el cual se pisa, se anda, se sube: cava, suda, sufre. Alguna vez se levanta, y es terrible, como se levanta la tierra en un terremoto. Entonces dicen que abre los ojos. Es un error.

Dixo mi amigo: Aquel, que ves que asoma Por aquella montaña contrahecha, Cuyo brio al de Marte oprime y doma, Es un alto sugeto, que deshecha Tiene á la envidia en rabia, porque pisa De la virtud la senda mas derecha. De gravedad y condicion tan lisa, Que suspende y alegra á un mismo instante, Y con su aviso al mismo aviso avisa.

Cuando él decía la hora justa, ella suspiraba y el corazón se la oprimía más, todavía más; pasó a la sala, abrió la ventana, y a pesar del frío, se estuvo asomada, espiando el paso de los transeuntes. Ahí viene alguien, ¿será él? parece que se detiene... no, sigue; ahí viene otro, pero pisa más fuerte que él...