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Actualizado: 8 de junio de 2025
43 Estaba el gaucho en su pago con toda siguridá, pero aura... ¡barbaridá!, La cosa anda tan fruncida, que gasta el pobre la vida en juir de la autoridá. 44 Pues si usté pisa en su rancho y si el alcalde lo sabe, lo caza lo mesmo que ave aunque su mujer aborte... ¡no hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte!.
Tal vez algún día los pasos de los raros transeuntes despertasen el mismo eco fúnebre en las calles de la nueva Bilbao, que los del viajero al vagar entre los muertos palacios de Pisa. Podía ser que el mar enemigo cegase la ría con una barra de arena, y que sólo de tarde en tarde remontase su corriente algún barco mercante. Aresti acariciaba esta perspectiva desoladora.
¡Ah! ¿hoy hay toros? ¿Mata el Cigarrero? ¡Ya lo creo!: después de quince años que no pisa la plaza de Madrid. A eso venía, a ver si quieres ir conmigo. Hombre dijo indeciso, no soy muy aficionado a los toros; pero el Cigarrero me ha sido simpático... ¿Me traes localidad? Te traigo la contrabarrera de un amigo que está enfermo.
612 Me hizo sonar las costillas de un bolazo aquel maldito; y al tiempo que le di un grito y le dentro como bala, pisa el indio, y se refala en el cuerpo del chiquito. 613 Para explicar el misterio es muy escasa mi cencia: lo castigó, en mi conciencia, Su Divina Majestá; donde no hay casualidá suele estar la Providencia.
Si pisa los clavos no tardarás en hallarla vuelta como una media: te seguirá á todas partes y no verá ya sino por tus ojos... Si entrase sin pisar los clavos, entonces hace falta que digas á las doce de la noche una oración que voy á enseñarte...
En fin, dígala usted que se levante de la cama, y que se tranquilice; que irá á su casa, que irá á Pisa, que su familia la perdonará, y que si hay virtud en su corazon, si hay vida en su conciencia, si hay calor en su alma, todavía puede ser feliz. Vaya usted volando; en la inteligencia de que si usted no la dice todo eso, ó si no se lo dice bien, Luisa se muere.
La catarata. Al pie de la cascada. La profanación del Niágara. El Niágara y el Tequendama. Regreso. El Hudson. Conclusión. No me era posible pensar en excursiones; el tiempo me faltaba. Pero hay una que se impone moralmente a todo el que pisa el suelo de los Estados Unidos; la visita al Niágara.
9 El dichoso en Zaragoza, del Dr. D. Juan Pérez Montalbán. 10 Los bandos de Luca y Pisa, de Antonio de Acevedo. 11 La playa de Sanlúcar, de Bartolomé Cortés. 12 Origen de Nuestra Señora de las Angustias y rebelión de los moriscos, de Antonio Fajardo y Acevedo. 1 Juegos olímpicos, de D. Agustín de Salazar. 2 El mérito es la corona, del propio autor. 3 Elegir al enemigo, del propio autor.
Palabra del Dia
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