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Pues bien; a eso de las cuatro, al ponerse el Sol, salimos por la poterna del arsenal, subimos a los caminos cubiertos y nos encaminamos por la avenida de las Vacas, con el fusil al brazo y a paso de carga. Diez minutos después comenzamos a hacer fuego graneado sobre los que se hallaban en el abrevadero.

Los rusos tienen tres baterías; una en la falda de Mittelbronn, otra en Las Barracas de lo alto, y la tercera detrás del tejar de Pernette, cerca del abrevadero; pero las balas candentes son las que hacen más daño, porque queman las casas de arriba abajo, y cuando el incendio se declara en alguna parte, comienzan a caer obuses a su alrededor, que impiden a las gentes extinguirlo.

El capitán vió á través de sus gemelos muchedumbres guerreras ocupadas en los quehaceres del despertar, filas de caballos sin jinete que iban al abrevadero, parques de artillería con sus cañones en alto iguales á tubos de telescopio, pájaros enormes de alas amarillas que emprendían su deslizamiento á ras de tierra con rudo traqueteo y poco á poco se remontaban en el espacio, brillando sus alas enceradas con los primeros fulgores del sol.

A espaldas del fielato, en el abrevadero, una banda de palomas picoteaba la tierra. Eran de la inmediata calle de los Artistas; volaban hasta allí para buscar en el suelo los residuos del pasto de los bueyes. Junto al ventorro alzábanse las tapias blancas del Sanatorio de Perros, el asilo de los canes de los ricos, cuidados en sus enfermedades por un veterinario.

Al otro lado del abrevadero... Es aquella muchacha alta, delgada y morena que acaba de salir del agua. ¡Porque ella se baña...! Puede resistir la prueba del agua, que fortalece sus carnes, en vez de poner de manifiesto, como en algunas, las injurias del tiempo. LA SE

Mientras Hullin se enteraba del desastre de nuestros ejércitos y mientras se dirigía lentamente, cabizbajo y preocupado, hacia la aldea de Charmes, todo seguía su marcha acostumbrada en la granja de «El Encinar». Nadie pensaba ya en el extraño relato de Yégof, nadie se cuidaba de la guerra; el viejo Duchêne llevaba los bueyes al abrevadero; el pastor Robin removía la cama del ganado, y Anita y Juana desnataban las ollas de leche cuajada.

Tampoco tenía duda para mis acompañantes que el animalote aquél debía haberse dado, durante el temporal, la gran vida en su refugio, porque harto lo parlaban el esqueleto fresco y casi mondo de una yegua, visto por Pepazos en una «rejoyá» de las cercanías de la cueva, y una becerruca extraviada de la cabaña, al ir al abrevadero desde el invernal de Escajales, que no había vuelto a aparecer.

En el abrevadero cercano al fielato, varias carretas cargadas de troncos aguardaban la llegada del día para entrar en la población. Los boyeros, envueltos en sus mantas, dormían bajo aquéllas, y los bueyes, desuncidos, con el vientre en el suelo y las patas encogidas, rumiaban ante los serones de pasto seco. Comenzó a despertar la vida en los Cuatro Caminos.

«Anteayer, el gobernador ordenó un ataque para destruir los depósitos de municiones del tejar. Ya sabrá usted que los rusos rompen el hielo del abrevadero para bañarse en pelotones de veinte a treinta y que en seguida se meten, para secarse, en los hornos de ladrillos.

Rechinaban los goznes de las puertas; de las cuadras salían pausadamente las mulas, dirigiéndose solas al abrevadero, y el establecimiento, que poco antes semejaba una mansión fúnebre alumbrada por la claridad infernal de los hornos, se animaba moviendo sus miles de brazos.