Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de junio de 2025
Encontraba exquisito el piar de los pájaros; el rumor de las hojas estremecidas llevaba a sus oídos melodías desconocidas; la Naturaleza se le revelaba hermosa y fascinadora, y en su espíritu asociaba la belleza de María Teresa a aquel culto algo pagano que lo impulsaba a desear arrodillarse y adorar a Dios en los seres y en las cosas. Pero llegaban a la verja.
Judit no cabía en sí de gozo; hubiera deseado que todo el mundo la viese. Y para colmo de embriaguez, en la calle de la Paz divisó a dos de sus compañeras, a las que saludó con toda la afabilidad que da la dicha. Eran dos primeras partes que aquel día iban a pie. Al fin, el coche se detuvo junto a la verja de la calle de Rívoli.
El miedo, el terror era como el de aquella noche en que vio a Mesía pasar por la calle de la Traslacerca, junto a la verja del parque; pero el placer era nuevo, nuevo en absoluto y tan fuerte, que le ataba como con cadenas de hierro a lo que ella ya estaba juzgando crimen, caída, perdición.
Esta biblioteca se halla situada en la calle del mismo nombre que desemboca por un lado en la plaza de la Encarnación y por el otro en la de Isabel II. Es fácil reconocer el edificio. Además, posee en el barrio de Salamanca los cimientos de una nueva biblioteca construidos con todo lujo, perfectamente resguardados de la intemperie y rodeados de una bonita verja.
¡Ay! ¡qué engañosas son con frecuencia esas escenas de aparente dicha! ¡Cuántas veces al penetrar en la intimidad de un salón de familia, cuántas veces al pasar delante de la verja de alguna riente quinta, bañada por el sol, rebosando de flores, alegrada por la argentina risa de los niños, hemos dicho: ¡he aquí la dicha!... ¡Y cuántas veces nos hemos engañado!
Cuando os inclinéis sobre esta verja para examinar de cerca el oceano del Ayuntamiento, tal vez convengáis con la mayoría de los vecinos de Madrid en que sus aguas no son lo bastante limpias y claras, y que la Corporación municipal haría muy bien en renovarlas con frecuencia si se propone, como es lo más seguro, halagar con ellas los sentimientos naturalistas y poéticos del vecindario.
Al anochecer he partido hacia Mâcón y al pasar por frente al colegio de los Jesuitas, he visto a los colegiales y oído sus gritos alegres: por fortuna, mi hijo no ha salido a la verja para ver pasar el coche; yo me alegro mucho, porque hubiéramos tenido un disgusto grande y no conviene enternecer demasiado el corazón de estos niños que mañana serán hombres y necesitarán en ocasiones dureza de corazón para sufrir las adversidades de la suerte.
Sí, sentía ella que don Álvaro se infiltraba, se infiltraba en las almas, se filtraba por las piedras; en aquella casa todo se iba llenando de él, temía verle aparecer de pronto, como ante la verja del Parque. «¿Será el demonio quien hace que sucedan estas casualidades?», pensó seriamente Ana, que no era supersticiosa.
El descubrimiento que debía a Petra no era para revelado sin su cuenta y razón. A Frígilis podía decírsele todo, pero a su tiempo». Salieron del Parque. El mismo Quintanar cerró la verja con su llave. Crespo iba delante. Miró don Víctor hacia el fondo de la huerta, hacia el caserón que ya le parecía otro... «¿Qué hacía? ¿Era un cobarde aplazando su venganza?
Un coche subía por la calle de Alcalá y entraba por el paseo del Prado; en el jardín del ministerio brillaba el fusil de un centinela, y algunas voces de hombres que venían cantando escuchábanse muy de cerca, por el lado de allá de la verja. Forma la esquina del ministerio un pabellón aislado, de un solo piso, con cuatro fachadas y tres ventanas en cada una.
Palabra del Dia
Otros Mirando