United States or French Polynesia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Rosalía, gozosa de tratarse con doña Tula, con los Tellerías, con los Lantiguas, recibíalas con los brazos abiertos, y las obsequiaba con dulces, que se hacía traer previamente de la repostería de Palacio. «Jueguen, enreden, griten y alboroten, que a no me incomodan» les decía Bringas festivamente desde el hueco de la ventana, donde estaba sumergido en el piélago inmenso de sus pelos.

Aún estaba allí la dama con el rostro vuelto hacia la ventana. Lázaro se volvió á acostar, y pasado un cuarto de hora en que caviló cuanto puede cavilar cabeza humana, se asomó de nuevo y vió la misma figura blanca, inmóvil en el mismo sitio y con los dos terribles ojos negros fijos en la ventana. Aquello le acabó de confundir.

A veces un remolino de polvo y de briznas, junto a alguna chimenea, le inquietaba. Hubiérase dicho que un miedo mudo hacía palidecer todas las cosas, la teja, la ventana cerrada, el árbol de los patios. Algunos campesinos bajaban presurosos hacia la Puerta de Don Antonio Vela, acuciando sus machos y borricos.

Y se retiró, retrocediendo, con el cuerpo inclinado respetuosamente. Entonces abrí de par en par la ventana, y, asomando la cabeza, respiré el aire cálido, como un corzo cansado. Después miré hacia abajo, hacia la calle, donde la burguesía, saliendo de misa pululaba entre dos filas de carruajes.

Había hecho poco antes una rápida aparición en el jardín de invierno, pero huyó al notar que su titulado pariente el alemán y el barón belga ocupaban la misma mesa de sus padres, con un visible deseo de aproximarse a ella. Después de breve eclipse asomó el rostro a una ventana inmediata al lugar donde estaban Fernando y su amigo.

Para disipar su enervamiento, se acercó a una ventana, levantó la cortina de antiguo guipur, y miró hacia el jardín que se extendía ante ella. En aquel día de sol de diciembre, nada había revelado el invierno ni la Naturaleza adormecida, tan verdes se conservaban la hierba y las plantas, si los árboles no alzaran al cielo sus ramas despojadas, como esqueletos descarnados.

» Te has olvidado ya, Magdalena le repliqué, que hace dos días reducíase toda tu ambición a sentarte en ese maldito sillón como dices, y ahí, junto a la ventana, creías estar en un paraíso terrenal. Así pasaste ayer todo el día y te diste por muy contenta con ello. » Tienes razón, pero lo que ayer tenía yo por bueno no lo es ya hoy.

De las muchas luces nebulosas que vi en la esquina de Hyde Park, tengo un recuerdo claro; pero después de eso mis sentidos parecieron quedar atontados por la neblina y por el dolor que sufría, y no recuerdo nada más de lo que sucedió, hasta que de nuevo abrí penosamente los ojos y me encontré en mi cama, brillando a través de la ventana la hermosa luz del día, y vi a mi lado a Reginaldo y a nuestro antiguo amigo Tomás Walker, cirujano de la calle Reina Ana, de pie, observándome con profunda gravedad, que en aquel momento me pareció humorística.

Agur, querido; voy a llevar este geranio a atrás, porque el pobrecito se me está requemando aquí en el patio. ¿No ha visto usted este rosalito? Mire qué botoncito más lindo y más rico tiene ya, y eso que no hace siquiera un mes que lo he plantado... Voy a aprovechar el rayo de sol que cae ahora en la ventana de la sala para que se alegre un poquito...

Desde lo alto del cielo, la luna inmóvil dejaba caer sosegadamente sobre el paisaje la onda tibia de su luz. Fuéronse acercando las voces. El corazón de los jóvenes palpitaba fuertemente. Grande fue su pasmo y alegría cuando vieron cruzar por delante de la ventana un tropel de hombres riendo y gritando.