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Actualizado: 7 de julio de 2025


Esta era la preocupación de Gallardo. Antes cifraba una de sus vanidades en no ocuparse de ellos, y jamás iba a verlos en la plaza antes de la corrida. Yo mato too lo que me echen decía con arrogancia. Y conocía por primera vez a los toros al verlos salir al redondel. Ahora quería examinarlos de cerca, escogerlos, preparando el éxito con un estudio detenido de sus condiciones.

Como el ama de la casa autorizaba sobradamente la tertulia, las mamás que nada esperaban ya de las vanidades del mundo, dejaban ir a las niñas solas. Además, nunca faltaban casadas todavía ganosas de cuidar la honra de sus retoños o de divertirse por cuenta propia. ¿Y quién duda que estas se harían respetar? Allí estaba Visitación por ejemplo.

Era simpatía a su persona y respeto a su nombre. Valls no tenía más que una heredera, y además estaba enfermo: la exuberancia prolífica de su raza se había desmentido en él. Su hija Catalina había querido ser monja en la adolescencia; pero ahora, pasados los veinte años, sentía gran amor por las vanidades del mundo, y compadecía tiernamente a Febrer cuando hablaban ante ella de sus desgracias.

Debe ser de lord Lewis sigue diciendo . Cuando le va mal en el Casino, sube á ver á su sobrina. Su Alteza sabrá seguramente que, con la muerte de lady Lewis, él es ahora lord... verdaderamente lord. Levanta el príncipe sus hombros. ¡Vanidades humanas en este lugar, que da á todas ellas un carácter grotesco!...

Confieso que no poseo en alto grado esta virtud preciosa; yo no carezco de vanidades, y entre ellas tengo la vanidad de haber sido mendigo, de haber pedido limosna de puerta en puerta, de haber andado descalzo con mi hermanito Carlos y dormir con él en los huecos de las puertas, sin amparo, sin abrigo, sin familia. Yo no qué extraordinario rayo de energía y de voluntad vibró dentro de .

Si yo no supiese que la filosofia es la mas loca de nuestras vanidades, y la palabra mas vacia de sentido entre todas las inventadas en la jerga de nuestras escuelas, creeria que el secreto del oro, es decir la piedra filosofal tan buscada, se hallaba finalmente en mi alma. Este estado tan lisonjero no puede ser durable, pero ya es mucho el haberlo conocido aunque haya sido una sola vez.

Y así fueron corriendo los años. Don Simón, acrecentando en cada uno prodigiosamente su caudal, sin duda por aquello de «dinero llama dinero»; doña Juana, sudando placer y vanidades por todos los poros de su cuerpo, y Julieta transformándose en una arrogante moza, desesperación de imberbes, codiciada de talludos y obsequiada de todos.

Habiendo sabido después cuán piadosa erais y cuán alejada de todas las vanidades y pasiones del siglo, determinó, sin embargo, seduciros, o robaros a viva fuerza. Para eso, cierta mañana, hizome llevar una litera junto a vuestra casa, mientras él se dirigía a saltar la tapia del huerto... Yo le vi volver, a la hora, con otro semblante.

Los asientos sueltos insistían tal vez en las meditaciones de cifras y negocios que los habían impregnado espiritualmente durante las horas de luz, o miraban con lástima a sus compañeros reunidos con arreglo a las tertulias maldicientes o las atracciones del amor. «Vanidad de vanidades...» Maltrana se fijó en algunos más anchos y profundos, que parecían tener las entrañas quebrantadas, inseguros sobre sus pies, con cierto aire de despanzurramiento.

Sale aquí la mañana mensajera del Sol, y es su carroza tan suave al oido, que de sola la luz siento el sonido. ¡O santas soledades, retratos del sagrado paraiso! no son las vanidades quien vuestro lustre y majestad deshizo: vosotras con decoro hollais la plata y despreciais el oro.

Palabra del Dia

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