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Actualizado: 7 de julio de 2025
Dejemos vanidades agora dijo el Cojuelo : que ya sé que eres muy bien nacido en verso y en prosa, y vamos en busca de un figón, a almorzar y descansar, que bien lo habrás menester por lo trasnochado y madrugado, y después proseguiremos nuestras aventuras.
Con todo esto, veíase que algo degeneraba en él la raza: amigo de goces, de ostentación y vanidades, faltabale a Aurelio el tino exquisito de no salir de mediano por ningún respecto, y carecía de la formalidad exterior, del compasado porte que a los Mirandas pasados acreditaba de hombres de seso y experiencia y madurez política.
No era una madre dolorosa. La madre no abandona á su hijo: renuncia á todas sus vanidades por él; abdica su presente y su porvenir, como si no tuviese más vida que la de este pedazo de su propia carne; le da el jugo de sus pechos y todas sus horas; sigue minuto por minuto su desarrollo, batiéndose con la enfermedad, burlando al peligro; no espera para amar el esplendor de la adolescencia triunfante... ¡mientras que la otra!...
¿No es verdad que mi idea es profunda? exclamó Jacobo, cegado por la vanidad de orador, que era la más grande y la más mimada de todas sus vanidades.
21 No os apartéis en pos de las vanidades, que no aprovechan ni libran, porque son vanidades. 22 Pues el SE
Confieso que no he visto nada parecido desde los días de mis vanidades, allá en mis tiempos juveniles, cuando consideraba inestimable favor ser admitido en los bailes de disfraces de la Corte. Había entonces un enjambre de estas pequeñas apariciones en los días de fiesta. ¿Pero cómo ha entrado este huésped en mi antecámara? Sí, en efecto, exclamó el buen anciano Sr.
Tengo entendido que sabedor de que sus conocimientos gramaticales eran pocos, temía soltar una faltilla ortográfica que hiciera reir a sus enemigos y amenguara su bien sentada reputación de sabio y profundo conocedor de las humanas letras. Volvamos a mi amigo Quintín. No tenía humos ni vanidades, y lo mismo trataba al rico que al pobre, al discreto que al tonto.
Como hombre, ha estado usted sujeto a las debilidades humanas. Pero el pecador se ha regenerado, castigando su vida con las mortificaciones que trae el arrepentimiento, y enderezándola con la práctica de la virtud. PANTOJA. La tristeza, el amor a la soledad, el desprecio de las vanidades, fueron mi salvación.
Además, no pertenecía a la raza de los lechuguinos y petimetres con quienes tropezaba a todas horas en los sitios que frecuentaba, seres cortados por un patrón, sin espontaneidad alguna, con los mismos vicios, las mismas vanidades y hasta los mismos chistes.
Basta echar una visual al semicírculo de la sala: presidente, ministros, capitalistas, abogados y leones, todos están allí; aquello es la feria de las vanidades, en la cual no faltan sus incongruencias de aldea: el vigilante de quepis encasquetado en medio de la sala, la empresa, en en menage, instalada en uno de los mejores palcos del teatro, el humo de los cigarros obscureciendo la sala entera.
Palabra del Dia
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