Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 18 de octubre de 2025


Torrebianca, que al marchar detrás de ella sentía de nuevo su poder de dominación, creyó del caso protestar para convencerla de su fidelidad. Yo no te abandonaré nunca... Se lo he dicho á Manuel varias veces. Pero Elena no lo escuchaba, y continuó avanzando hacia Robledo.

Mientras tanto, Fontenoy decía á Torrebianca, rehuyendo la mirada de la mujer de éste: ¡Una verdadera casualidad!... Salgo de una comida con hombres de negocios; necesitaba distraerme; vengo aquí, como podía haber ido á otro sitio, y los encuentro á ustedes. Por un momento creyó Robledo que los ojos pueden sonreir al ver la expresión de jovial malicia que pasaba por las pupilas de Elena.

El tono de acusación con que fueron dichas estas palabras conmovió á Torrebianca. Se humedecieron sus ojos y bajó la frente, como avergonzado de una acción innoble. Sus labios temblaron, y Robledo creyó adivinar que murmuraban levemente: «¡Pobre mamá!... ¡Mamá míaSobreponiéndose á la emoción, volvió á levantar Federico su cabeza.

El español había creído percibir, desde la entrada de su amigo, cierto olor de ginebra. Indudablemente él y Moreno habían tomado algunas copas de este licor antes de emprender su regreso. Tal vez esto era el motivo de su excitación, por no estar acostumbrado á las bebidas alcohólicas. Watson, que había terminado de cenar, se fijó en la tenacidad con que le miraba Torrebianca.

Era Flor de Río Negro, que enseñaba á tirar el lazo á Watson, riendo de la torpeza del gringo. Como Torrebianca iba todos los días puntualmente á dirigir les trabajos de los canales, Ricardo gozaba de más libertad, empleándola en seguir á la niña de Rojas en sus correrías.

Robledo acogía tales lamentaciones con una conmiseración irónica que acababa por irritar á su amigo. Como no conoces lo que es el amor dijo Torrebianca una tarde , puedes prescindir de la mujer y permitirte esa serenidad burlona.

Si alguno de los dos hace fuego después de la tercera palmada, será declarado felón y descalificado inmediatamentePirovani, con la pistola en alto, avanzaba la cabeza y entornaba los ojos para oir mejor, acogiendo con movimientos afirmativos cada palabra de Torrebianca. Canterac permanecía impasible, como un hombre que está escuchando algo que conoce sobradamente.

Tenía el rostro obscurecido por un gesto de enfado. «Esto sólo me ocurre á pensaba . Llegar esta noticia precisamente hoy... ¡Y aún hay quien niega los caprichos de la fatalidadAquel día era de tren, y al empezar la tarde llegó el correo, recogido en Fuerte Sarmiento. Torrebianca, con el rostro consternado, fué en busca de su mujer para mostrarle una carta. Lee lo que acabo de recibir.

Únicamente le preocupaba el paradero de su amigo Torrebianca, creyendo reconocerlo en todos los hombres que veía á lo lejos. «Es lástima que Ricardo saliese tan temprano pensó .

Moreno se cuidó de abrochar los botones de la levita de Pirovani que estaban sueltos. Luego le subió el cuello, para que no se viese el blanco de su camisa. Torrebianca examinó por su parte á Canterac. Estaba correctamente abrochado como un militar, pero su padrino le subió también el cuello de la levita.

Palabra del Dia

sueldos

Otros Mirando