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Actualizado: 19 de junio de 2025
Segunda, que esa juventud, toda liberal, y tendiendo hácia un solo fin el progreso está en gran desacuerdo, hasta el extraño capricho de que los demócratas y los libres-cambistas ó economistas parecen estar en antagonismo. Los talentos parecen divorciados unos de otros, dominados por un absolutismo de ideas ó de sistemas que tiene mucho de escolástico.
Confiaba a la acción, con una vehemencia de impulsivo, sus deseos y esperanzas, intentando apoderarse de la mujer, atraerla a él, suprimiendo con el contacto la frialdad que los separaba. ¡Doña Zol! suplicaba tendiendo sus manos. Pero ella, con un simple revés de su ágil diestra, apartó los brazos del torero.
Abrióse entonces violentamente la puertecilla y apareció en ella Jacobo, revólver en mano... Imposible era reconocer al tío Frasquito en aquel esperpento, y Jacobo no vino en la cuenta de quién era hasta que tendiendo el fantasma hacia él los brazos abiertos, gritó angustiado: ¡Jacobo!... ¡Jacobo!...
Estaba tan seguro de los motivos que la habían inducido á pedirle esta entrevista, que avanzó á su encuentro con un aire galante. ¡Oh, Alicia! dijo, tendiendo á la vez sus dos manos. Pero estas manos se agitaron inútilmente en el vacío, sin encontrar dónde asirse, y al fin cayeron con desaliento. Lubimoff se sintió desconcertado ante la mirada de la mujer.
Ojeda, con su lírico entusiasmo, reconstruía los pensamientos de la muchedumbre cosmopolita que iba hacia el Sur tendiendo las manos tras el aleteo de la diosa sin cabeza. Este nombre circulaba como una música por el mundo viejo, despertando las almas adormecidas.
Acaeció que en uno de estos días de vacilaciones para el conde, fue por la mañana a casa de Quiñones Micaela, la más nerviosa y violenta de las cuatro ondinas del Jubilado. Fue con objeto de pedir consejo a Amalia acerca de un vestido que tenía en proyecto para el próximo baile del casino. Apesar de sus treinta y pico, aún seguía tendiendo redes al sexo masculino.
Después de Pedro los menos bulliciosos eran la Regenta y el Magistral; a veces se miraban, se sonreían, De Pas dirigía la palabra a Anita de rato en rato, tendiendo hacia ella el busto por detrás de la Marquesa, para hacerse oír; don Álvaro los observaba entonces, silencioso, cejijunto, sin pensar que le miraba Visitación, que estaba a su lado.
¿Rico? me preguntó María ansiosa, tendiendo la mano. Rico le contesté pasándole la horrible máquina. María chupó, y con más fuerza aún. Yo, que la observaba atentamente, noté a mi vez sus lágrimas y el movimiento simultáneo de labios, lengua y garganta, rechazando aquello. Su valor fué mayor que el mío. Es rico dijo con los ojos llorosos y haciendo casi un puchero.
No mirais aquel mendigo De aquella iglesia á la puerta, Cuya miseria despierta Simpática compasion; Y que á todos los que pasan Tendiendo mano transida, Pide con voz dolorida Una limosna por Dios! Es un mártir de la patria, Un soldado valeroso Del estandarte glorioso Que el hemisferio cruzó; Soldado que en otro tiempo Hizo temblar al guerrero Y que hoy pide al pasagero: Una limosna por Dios!
Es la tía Silda, mamá; abrázala, porque es muy noble lo que ha hecho, de acordarse de nosotros, ahora que ya no somos ricos. La de Esteven, arma en ristre, asestó el primer golpe, diciendo entre dientes, con amargura: ¡Ah, tú aquí! ¡vienes a gozarte, sin duda, en mi desgracia! El tono era injurioso; la actitud, provocativa. Pero, misia Casilda, que iba desarmada, se adelantó, tendiendo su mano.
Palabra del Dia
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