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Actualizado: 28 de junio de 2025
Apenas entró en casa, noté en su gracioso semblante cierta turbación, un estado de inquietud y desasosiego que me alarmaron. ¡Ay, Marianela, mi buena amiga, mi querida protectora, las cosas que a mí me pasan no le pasan a nadie!... Y rompió a llorar sobre mi hombro en forma acongojada y angustiosa. ¡Muchacha! ¡Me alarmas! Sosiégate, ¿Qué te pasa?...
La memoria no debía de estar muy firme, porque cuando su amiga le dijo: «Sosiégate y acuérdate de lo de esta mañana» replicó: «¡Lo de esta mañana...!, ¿qué ha sido...?». Y mirando con extraviados ojos al techo, parecía entregarse al doloroso trabajo de recordar, cazando las ideas como si fueran moscas.
Y partió rápidamente de la sala. María dijo la de Leiva a su parienta sosiégate; debes procurar dormir... No puedo sosegar repuso la dama . No puedo dormir... ¡Oh Dios mío! Si permites que el miserable quede sin castigo... Si vieras, mujer... siento una salvaje complacencia al recordar aquellas palabras «esta noche... a las once... en la Caleta».
¡Fernandito es un imbécil! continuó Currita muy afligida. Butrón movió de arriba abajo la cabeza en señal de profundo asentimiento. Le ha engañado Martínez... Me ha comprometido atrozmente... Es horrible, horrible... ¡Infame, Butrón, infame! ¡Habla bajo! exclamaba el diplomático, sobresaltado . Sosiégate, hija mía, sosiégate... y cuenta para todo conmigo... Para todo, ¿lo oyes?... para todo...
No esperes de D. Pedro más que ridiculeces... Sosiégate... Han dicho aquí que el desafío de D. Pedro con lord Gray era una función quijotesca. ¿No es verdad, caballero? Sí, señora repuse . Son ya las diez... Soy amigo de lord Gray y no puedo faltar. Respetuosamente me despedí de ellas y salí.
Clara se acercó más a ella, volvió a entregarle su mano, que Elena besó repetidas veces con transporte, y le dijo con dulzura: Sosiégate y habla sin desconfianza. No temas que ninguna palabra ofensiva ni aun dura salga de mis labios. ¿A qué has venido hasta aquí? ¿Sabías que yo estaba? No; venía a suplicar a Visita que me dijese dónde se halla mi... dónde se halla tu hermano.
En fin, una noche sintió Anselmo pasos en el aposento de Leonela, y, queriendo entrar a ver quién los daba, sintió que le detenían la puerta, cosa que le puso más voluntad de abrirla; y tanta fuerza hizo, que la abrió, y entró dentro a tiempo que vio que un hombre saltaba por la ventana a la calle; y, acudiendo con presteza a alcanzarle o conocerle, no pudo conseguir lo uno ni lo otro, porque Leonela se abrazó con él, diciéndole: »-Sosiégate, señor mío, y no te alborotes, ni sigas al que de aquí saltó; es cosa mía, y tanto, que es mi esposo.
Sosiégate, hija, y no temas, la contestó el cura. Todas esas son tretas de que se valen los hombres para perder á las inocentes como tú. «Obra bien... ¡Que Dios es Dios!» Al tercer domingo, la pobre joven se mostró más afligida y atemorizada que nunca; la obstinación del guarda, su vehemencia y sus amenazas, la hacían temer una desgracia si le exasperaba más con sus negativas.
Tu hermano está en Bayona. Lo mejor es que se pase por Molina antes de venir a Madrid. Le escribiré hoy mismo. Sosiégate; tú eres así, o la apatía andando o la pura pólvora... Eso es ahora, que antes, para mover un pie le pedías licencia al otro. Te has vuelto muy atropellado. Le miró de un modo tan indagador, que al pobre chico se le volvieron a abatir los ánimos.
Tras esto seguí mi camino y me precipité como una tromba marina en el cuarto de Juno. ¡Mira! exclamé, girando con tanta rapidez sobre mí misma, que mi prima no podía ver más que un torbellino. Pero sosiégate, Reina me dijo ella con su calma de siempre. ¿Cuándo serás medida en tus movimientos? Sí, tu traje te sienta. Mira, qué piececito.
Palabra del Dia
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