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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Para cualquier otro mortal no lo dudo, ¡pero para un director!... Observa, Perico, que tienes contraídos con el público ciertos compromisos ineludibles. La redacción se componía de una sala y gabinete en un cuarto entresuelo de la calle del Baño. En un principio todo era redacción, mas paulatinamente y a la sordina, Mendoza se fue quedando solo en el gabinete.
Oyó la orquesta, que seguía imitando a los mosquitos, y al mirar al palco de su marido, vio a Federico Ruiz, el gran melómano, con la cabeza echada hacia atrás, la boca entreabierta, oyendo y gustando con fruición inmensa la deliciosa música de los violines con sordina. Parecía que le caía dentro de la boca un hilo del clarificado más fino y dulce que se pudiera imaginar.
Y al mismo tiempo los negros pajarracos escribían papeles y más papeles en la barraca de Barret, revolviendo impasibles los muebles y las ropas, inventariando hasta el corral y el establo, mientras la esposa y las hijas gemían desesperadamente y la multitud agolpada á la puerta seguía con terror todos los detalles del embargo, intentando consolar á las pobres mujeres, prorrumpiendo á la sordina en maldiciones contra el judío don Salvador y aquellos tíos que se prestaban á obedecer á semejante perro.
Pues nosotros aceptamos dijo Francisca antes de que se lo preguntaran. Siempre encontraremos algunos amigos para hacer banda aparte, y será divertido... Y, sobre todo, muy fino para la dueña de la casa murmuró la abuela a la sordina. Me hace usted reflexionar dijo la de Aimont.
Hallábame con Neluco en el gabinete, cuyas obras principales estaban ya terminadas, y nos ocupábamos los dos en desembalar cosas de las muchas que había traído yo de Madrid para decorarle, mientras se oía el machaqueo y los cánticos a la sordina de los obreros en las piezas inmediatas, hasta la escalera inclusive, cuando se me puso delante toda la familia de don Pedro Nolasco, que, con el atractivo de las obras, subía con frecuencia a la casona, aunque no tanto como el médico y el Cura, que no faltaban de ella un solo día.
El cabrilleo de las temblonas aguas de las acequias, heridas por la luz, era el trino dulce y tímido de los violines melancólicos; los campos de verde apagado, sonaban para el visionario joven como tiernos suspiros de los clarinetes, «las mujeres amadas», como les llamaba Berlioz; los inquietos cañares con su entonación amarillenta y los frescos campos de hortalizas, claros y brillantes como lagos de esmeralda líquida, resaltaban sobre el conjunto como apasionados quejidos de la viola de amor o románticas frases del violoncelo; y en el fondo, la inmensa faja de mar, con su tono azul esfumado, semejaba la nota prolongada del metal que, a la sordina, lanzaba un lamento interminable.
Sí respondió Francisca poco convencida, para las almas hermosas puede tener atractivos todo eso... Para las almas inferiores como la mía, no tiene ninguno. Yo creí, Francisca dijo la abuela con tono de reproche, que tenía usted corazón. Mi corazón se atrofia en el celibato respondió Francisca sin miramientos. Siento que me voy volviendo mala... Buena solterona murmuró Petra a la sordina.
La víspera del paso del Ecuador, al penetrar la luz del alba en las entrañas del buque, fue esparciéndose con ella una melodía suave de metales discretos, una música con sordina que sólo aspiraba a despertar levemente a los pasajeros, para que reanudasen el sueño con mayor placer.
Esto no podía chocarle a nadie: era de razón y de necesidad. En una de sus viradas, tropezó con el fiscal que le detuvo para decirle: Vamos, amiguito, «si buenos azotes me dan, bien caballero me iba». No hay que quejarse. ¿Lo dice usted le preguntó Leto enronquecido y algo convulso , por lo del libelo ese? Hombre respondió el fiscal recogiendo velas delante de aquel huracán a la sordina, sí y no.
La baraja me hace contemplar magnificencias como no las soñaron los cuentistas persas. Sus colores son montones de gemas preciosas. Las más de las veces pierdo y la orquesta me acompaña en sordina, con una marcha fúnebre de hermosa desesperación; pero á los pocos compases, esta marcha se convierte en himno triunfal: la salida del nuevo sol, la resurrección de la esperanza.
Palabra del Dia
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