Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de junio de 2025
Una palabra tuya puede salvarme. ¿Verdad que me perdonas? ¿Verdad, niña mía, que todo lo olvidarás? Nadie te ha dicho nada, y yo mismo, yo mismo, sin temer tus enojos, vengo a confesarte que durante varios días otra mujer ha sido dueña de este corazón que es tuyo, solamente tuyo. Pero nunca te olvidé, aunque quise olvidarme de ti.»
La Regenta sonrió a don Fermín y dijo: Dirá usted que soy una loca; ¿para qué escribirle cuando podemos hablar todos los días? No pude menos. ¡Soy tan feliz! ¡y debo en tanta parte a usted mi felicidad! Quise contener aquel impulso y no pude. A veces me reprendo a mí misma porque pienso que robo a Dios muchos pensamientos, para consagrarlos al hombre que se sirvió escoger para salvarme.
Y luego, sacudiendo la cabeza, y extendiendo los brazos hacia el techo, había añadido en voz alta, para dar más solemnidad a su protesta: ¡Salvarme o perderme! pero no aniquilarme en esta vida de idiota.... ¡Cualquier cosa... menos ser como todas esas! Y a los pocos días cayó enferma.
Pero el más grandecito de ellos, iluminado por una idea feliz, corrió a este pueblo, donde hacía poco había llegado el hermano cura aquí presente y que me había dado muestras de amistad las diversas veces que había ido a ver mi escuela. Mi hijo le avisó del peligro que yo corría, y no se necesitó más; vino a salvarme.
De repente, malheur me divisa, me conoce entre la ola de la muchedumbre y me grita: «¡Señor Montifiori, paisano, compatriota, venga a salvarme, me quieren llevar a la comisaría!» Figúrese usted, doctor, yo iba en aquel momento nada menos que del brazo de ese espléndido Prince de Trois Lunes, un homme charmant, comme cicerone!
En confirmación de estas palabras el prisionero movió tristemente la cabeza y dijo al conde: En Alora me hirió su lanza y estuve a punto de caer en 80 sus manos, pero me salvó este caballo. Mírenlo Vds., es atigrado, pero más fuerte y más valiente que un tigre. Y el viejo Aliatar acarició al hermoso bruto y exclamó tristemente: ¡Pero ahora, mi Leal, no puedes salvarme! 85
Yo no he sido más que un instrumento de odio en las hábiles manos de usted. Ahora lo veo. El mal que yo he hecho, usted lo ha concebido y premeditado y es más responsable que yo. Usted no se ha comprometido por salvarme, me ha perdido para satisfacer su odio. Yo he sido siempre su víctima, siempre sublevada y ahora implacable... Sorege dijo en tono burlón: ¡Vamos!
Pero no es posible que mi padre me haya dejado en las manos de ese demonio, de ese individuo cuyo solo nombre es sinónimo de todo lo que implica brutalidad, astucia y maldad. ¡No puede ser cierto... debe haber algún error, señor Greenwood... debe haberlo! ¡Ah! usted no conoce como yo la reputación de ese inglés tuerto, porque si la conociera, preferiría antes verme muerta que asociada a él. ¡Debe salvarme! gritó aterrorizada, estallando en un torrente de lágrimas.
Vuestra esposa me llevó inocentemente á las cocinas... yo aderecé la perdiz... pero en el momento que estuvo servida, me fuí á vuestro aposento y dije á vuestra mujer... «salváos...»; la dije que podíais ser preso... y en esto fuí hombre de bien, porque pudiendo salvarme solo, quise salvaros también.
Hace tiempo que me he transformado ... Puedo nacer á la verdadera vida, puedo salvarme, puedo salvar mi alma, que va á sucumbir si permanezco de este modo. Yo espero vivir.... Al ver que usted tardaba, la esperanza comenzó á faltarme; pero usted ha venido. ¿No puedo creer que Dios me lo ha enviado?
Palabra del Dia
Otros Mirando