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Actualizado: 9 de mayo de 2025


La Virgen estaba ya de nuevo ocupando su camarín en el altar mayor, cuyo retablo, todo de madera tallada y dorada, subía hasta la cumbre del ábside, y era caprichoso y atrevido desate del estilo churrigueresco: complicado laberinto de retorcidos tallos, colosal hojarasca, frutas, armas, monstruos simbólicos y rosetones, por los cuales asomaban sus infantiles y aladas cabezas los ángeles y los serafines.

El Duque contaba con su voz cascada y aquella sonrisa de hastío y superioridad que no se le caía de los labios casi nunca, multitud de aventuras galantes, devaneos y obscenidades que hacía pasar, diciendo previamente: «Usted ya está casada y se le pueden contar ciertas cosasEn pocos días desplegó como en un gran telón ante los ojos pasmados de la joven, el mundo cortesano que tanto ansiaba ella conocer, la vida íntima, secreta, de aquellos jóvenes pálidos, de bigotes retorcidos, que veía pasar en la Castellana guiando lujosos trenes, de aquellas lindas y orgullosas damas, que ostentaban en su carruaje timbre ducal y apenas se dignaban dejar caer sobre ella una mirada indiferente y desdeñosa.

Era una lagartija seca y obscura, con ojos de gitana; las pupilas negras y unidas, como gotas de tinta; las córneas de una blancura azulada y el lagrimal de rosa pálido. Al correr, ágil como un muchacho, enseñaba sus piernas como cañas, y el pelo escapábasele de la cabeza en mechones rebeldes y retorcidos cual negras serpientes.

El señor de Brenay, que no parece más que raras veces por su salón, estaba paseándose con agitación febril que sacudía con bruscos movimientos sus bigotes largos y retorcidos. La de Brenay, desplomada en una butaca, parecía aniquilada y olvidaba por completo el cuidado de conservar sus maneras aristocráticas. Petra, muy encarnada y como vergonzosa, estaba mordiendo rabiosamente el pañuelo.

Reían, contaban sus hazañas, los grandes peligros arrostrados en los días anteriores. «Los vamos á llevar á puntapiés hasta la frontera...» Su indignación renacía al mirar entorno de ellos. Los pueblos, las granjas, las casas aisladas, todo quemado. Como esqueletos de bestias prehistóricas, se destacaban sobre la llanura muchos armazones de acero retorcidos por el incendio.

A miles, los sacerdotes y directores de las naciones, pérfidos ó llenos de buenas intenciones, se han armado del látigo y la mordaza, ó bien, con mayor habilidad se han limitado á hacer repetir en todos los siglos las ideas de obediencia con objeto de matar las voluntades y envilecer los espíritus; pero, afortunadamente, todos esos pastores que han querido esclavizar al hombre por el terror, la ignorancia ó la aplastante rutina, no han conseguido crear un mundo á su imagen, no han podido hacer de la naturaleza un gran jardín de olorosos naranjos, con árboles retorcidos en forma de monstruos y de enanos, con valles cortados como figuras geométricas y rocas talladas á la última moda.

Ramón la idolatraba como si fuera una santita de madera, le contaba historias preciosas, y le traía del mercado unos juguetes tan chuscos, que bastaba verlos para reírse a carcajadas. Esperábala esa tarde con un saltaperico de retorcidos cuernos y barbas de chivo. Para sorprenderla, lo abrió de repente, pegándose en la nariz con la cabeza del saltaperico.

No había un país que dejase de alabar la paz, pero esta paz debía hacerse de acuerdo con sus gustos y ambiciones. Todos querían que las cosas fuesen no como deben ser, sino con arreglo á sus conveniencias. Y los catorce artículos ó puntos se vieron retorcidos y desfigurados de tal modo, que acabaron por convertirse prácticamente en otras tantas calamidades.

Volvióse ella bruscamente a su marido, dejando caer el diploma que tenía en la mano, y él se incorporó asustado, quedándole por la cabeza el paño negro con que se cubría para enfocar la máquina; por debajo asomaban sus bigotes retorcidos, su nariz colgante, sus ojos azorados en aquel momento, fijos en Currita, con la medrosa expresión del escolar desaplicado cogido in fraganti.

Inmediatamente sonó á un lado de su cráneo un rugido, que retumbó para él como un trueno capaz de conmover todo el desierto. Se abrió ante sus pupilas un abismo invertido de color de púrpura, con espumas babeantes y erizado de conos de marfil, unos agudos, otros retorcidos.

Palabra del Dia

bagani

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