United States or Dominican Republic ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ella se apelotonaba contra el débil tronco, haciéndose más pequeña, como si quisiera escapar a aquellos ojos ardientes. Su instintivo movimiento de retroceso hizo cimbrearse el flexible árbol, y una lluvia de hojas amarillas como copos de ámbar cayó en torno de ella, enredándose en su trenza, pegándose a su tez, esparciéndose sobre su traje. Pálida, con la boca apretada y los labios azulados, iba murmurando palabras que sonaban apenas como débiles suspiros. Sus ojos, agrandados y húmedos, tenían la expresión angustiosa de los humildes de espíritu que piensan muchas cosas y no encuentran el modo de decirlas. ¡

¿Quién dio la noticia? Un pilluelo, que, con los calzones remangados, venía al trote largo desde la plaza de la Fruta, allá en el barrio de Arriba. Oídos sus informes, las miradas se volvieron ansiosamente hacia los cuatro puntos cardinales, y cada boca murmuró pegándose a cada oído ajeno dos palabras preñadas de espanto: «Viene tropa».

Estaba interesado además por una actriz francesa que había encontrado en el tren al regreso de Rusia. Con un salto de su imaginación, volvió á ver á Alicia lo mismo que años antes. Sólo había cambiado exteriormente. Estaba acostumbrada á manejar los hombres con una mano varonil, á cambiarlos como caballos de relevo. Se pelearían á la segunda entrevista: tal vez acabarían pegándose...

Al volver la esquina, miráronse ambos en silencio, cual si el exceso de su espanto les paralizara las lenguas... El coche había desaparecido, y ni por una ni por otra parte del paseo se divisaba a lo lejos. ¿Le habías ya pagado? preguntó Jacobo estupefacto. Y ella, pegándose a él con el temblor de un calenturiento, contestóle muy bajo: No..., no le había pagado.

Por entre dos casas apareció de pronto una figura negra. Era un sacerdote viejo. Cogiéronse del brazo los consortes y avanzaron afectando la mayor compostura. El clérigo, al pasar junto a ellos, les miró mucho. «Paréceme indicó la esposa, agarrándose más al brazo de su marido y pegándose mucho a él , que nos lo ha conocido en la cara». ¿Qué nos ha conocido? Que estábamos... tonteando.

En una maleta, los periódicos ilustrados con sus biografías, los libros que había escrito y los retratos que debía regalar con dedicatorias; en otra, los artículos de la misa, guardados en estuches con forros de terciopelo, bien cuidados, desmontables y limpios, como útiles profesionales. Una cabeza avanzó junto a la de Maltrana, pegándose al vidrio, al mismo tiempo que un codo tocaba el suyo.

El padre Arce quedó un minuto pensativo; y luego, pegándose una palmada en la frente, como quien ha dado en el quid de intrincado asunto, exclamó: ¡Cabalito! ¡Eso es! Y en el acto hizo formal renuncia de la guardianía, para que otro y no él cargase con el mochuelo de enviar almitas al limbo.

Comenzaba a ser una ciudad tentacular, distinta exteriormente de la que él había conocido. Un remolcador ancho, corto, profundo, que recordaba por sus formas la forzuda robustez del toro, vino al encuentro del trasatlántico, pegándose a sus costados para echar a bordo al práctico.

¡Crea usted que a me daba una alegría cuando lo contar!... Habría yo dado cualquier cosa por estar presente en aquella tragedia... Quite allá... es repugnante... Dos mujeres pegándose... Será lo que usted quiera; pero desde que me lo contaron, la bribona antigua se ha crecido a mis ojos y me parece menos arrastrada que la moderna. Este mundo, hija mía, está lleno de maldades.

Pero su talento le sugirió la respuesta, y dijo que no tenía ni pizca de dolor, sino frío, y sin más explicaciones se volvió contra la pared, pegándose a ella como un engrudo, y haciéndose el dormido. Llegó por fin el día y con él la calma al corazón de Ido, quien se acicaló y se lavó casi toda la cara, poniéndose la corbata encarnada con cierta presunción.