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Actualizado: 4 de octubre de 2025


No bastaban la lluvia ni la nieve para que la oficina dejase de funcionar. Al romper el día llegaba el señor Manolo con sus ayudantes cargados de paquetes de periódicos. Tenía su especialidad, que era la venta de las afueras. Todos los vendedores, viejas, chicuelos y hombres haraposos, le rodeaban gritando, tendiendo sus manos para ser los primeros.

No alcanzaron siquiera a interesarme los chistes del galante mayoral que conocía los nombres de todo el mundo en el trayecto; que hacía llover cartas, periódicos y paquetes desde lo alto de la vaca; que mostraba sus piernas en frecuente y terrible proximidad a las ruedas, subiendo y bajando cuando íbamos a toda velocidad; cuya galantería, valor y conocimientos superiores en el viaje nos admiraban a todos los viajeros, reduciéndonos a un silencio envidioso, y que cabalmente entonces estaba hablando con varias personas con visible interés y entusiasmo.

Y ahora, hija mía, a ver cómo me das nota clara de tanta y tanta flor, para apuntarlas ce por be, sin que se escape ni una hoja... Pon mucho cuidado para que salga el balance... ¿Verdad, Frasquito, que tiene que salir el balance?». Curiosa, como hembra, no pudo menos de guluzmear en los paquetes que llevó Ponte. «¿A ver qué trae usted ahí? Mire que no he de permitirle tirar el dinero.

Los que habían perdido en los días anteriores se regocijaban con una alegría de venganza. «¡Qué tarde!... ¡Esto se ve pocas vecesSonreían dándose con el codo al notar las idas y venidas de los inspectores, la presencia de altos empleados que se esforzaban por ocultar sus impresiones, la cara larga de los que volvían de la caja central con nuevos paquetes de placas de mil francos para pagar á aquella señora que por tres veces había dejado á la mesa sin dinero.

Carola, pensando que todo aquello pudo ser y no sería jamás suyo, lo contempló despreciativamente, escupió sin mirar dónde, y encarándose con don Quintín, dijo con gran sorna: Este es lujo para mujeres malas. Oye, galán, ¿y que has traído en esos papeles? Deshizo él los paquetes, destapó la botella, y extendiendo la mano, repuso triunfalmente: Mira.

Cada cual llevaba sus presentes a los novios: Jerónimo, unos zapatitos para Luisa; Materne y sus hijos, un gallo silvestre, la más ardiente de las aves, como es sabido; Divès, varios paquetes de tabaco de contrabando para Gaspar, y el doctor Lorquin, una canastilla de fina ropa blanca. Las mesas estuvieron puestas para todo el mundo y las hubo hasta en las trojes y bajo los cobertizos.

Consérvalo como recuerdo mío. Dicho esto, saltó a la piragua, hizo tender las velas y se dió a la mar saludando por última vez a sus amigos. El Capitán y sus compañeros, que no habían comprendido el significado de aquellas palabras, creyeron que aquellos paquetes contendrían regalos de poco valor; pero ¡cuál sería su sorpresa cuando, abiertos, vieron que estaban llenos de polvo de oro!

Cerca de la cuarta parte de esta cámara ocupábalo un montón de paquetitos envueltos en papel de varios colores, que para cualquiera que por primera vez entrase en ella, sería un misterio. No lo era para Gonzalo ni para ninguno de los íntimos de la casa. Aquellos paquetes guardaban palillos de dientes.

Llegaron al dormitorio que había sido del italiano y en adelante sería de ella. Encima de todos los muebles había grandes paquetes en papel fino, atados y sellados de los que se desprendían gratos olores.

Todo estaba dispuesto: los muebles todos que había en la habitación ocupada por en la fonda, estaban cubiertos de cajas, estuches, paquetes de tejidos diversos propios para vestidos, cofrecillos con sorpresas para mis hermanas, un pequeño bazar, en fin, que yo me complacía en mirar, mientras gozaba pensando en las exclamaciones de alegría y reconocimiento que había de oír en la humilde casita de mi madre.

Palabra del Dia

mármor

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