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Era el castillo en el aire del pobre Mantoux, llamado Poca Suerte. La casa fue alquilada el 24 de septiembre, amueblada el 25 y ocupada el 26 por la mañana. Así se lo hicieron saber a don Diego. El conde pasaba un verdadero suplicio desde hacía tres días. Germana le contó la visita que había recibido.

El dueño de la fonda me lo presentó como un antiguo huésped á quien debía muchas atenciones. Si me negaba á compartir con él mi cuarto, se vería en la precisión de despedirle por tener toda la casa ocupada, lo cual sentía extremadamente.

Pero hoy, cuando veis que la mayor parte de la calle está formada por viviendas particulares, no podéis comprender lo que era entonces una vía pública ocupada casi totalmente por los tristes paredones de tres ó cuatro conventos.

Por la mañana se había presentado en el cuarto de su sobrina, á la que había encontrado en peinador, ocupada en peinar sus admirables cabellos rubios. La joven sin más que mirar el aire de su tía, presintió complicaciones graves y se dispuso á hacerlas frente.

Ocupada únicamente de los ritos, ceremonias y prescripciones que rigen las obligaciones de una mujer que quiere brillar en la carrera difícil de alternar en el gran mundo, disipaba su fortuna para alcanzar este fin; pero la disipaba alegremente, y encontraba la recompensa de sus esfuerzos en las crónicas de los diarios relatando sus paseos y sus recepciones; las líneas de elogios de los ecos sociales la halagaban, aunque, a menudo, era ella misma quien pagaba la inserción.

Entre el ramaje verde asomaba el extremo de algo semejante á una viga gris; otras veces, esta aparición emergía de un amontonamiento de troncos secos. Al dar vuelta al obstáculo, aparecía una plazoleta de tierra limpia ocupada por varios hombres que vivían, dormían y trabajaban en torno de un artefacto enorme montado sobre ruedas.

Ocupada ya Gelarda de la melancolía, empieza á delirar, y dice que ve á Jesu-Christo en el Huerto sudando sangre, ú á la Virgen Santísima, que se le aparece en su gloriosa Asuncion, y le dice estas, ú las otras cosas; y si la fantasía está muy caliente, tal vez dice que le da coplas y redondillas para que las cante.

Y, en tanto que le hacía esta y otras preguntas, oyeron grandes voces a la puerta de la venta, y era la causa dellas que dos huéspedes que aquella noche habían alojado en ella, viendo a toda la gente ocupada en saber lo que los cuatro buscaban, habían intentado a irse sin pagar lo que debían; mas el ventero, que atendía más a su negocio que a los ajenos, les asió al salir de la puerta y pidió su paga, y les afeó su mala intención con tales palabras, que les movió a que le respondiesen con los puños; y así, le comenzaron a dar tal mano, que el pobre ventero tuvo necesidad de dar voces y pedir socorro.

No era hombre el abate que tuviese entrada en casa de la tal primera actriz, que solo recibia sugetos del mas fino trato. Está ocupada esta noche, respondió; pero tendré la honra de llevar á vm. á casa de una señora de circunstancias, y conocerá á París allí como si hubiera vivido en el muchos años.

También llevaba botas altas y sombrero blando, pero había conservado el chaqué de solemnes faldones, por no renunciar por completo á su uniforme parlamentario. Delante marchaban dos capitanes sirviéndoles de guías. Estaban en una montaña ocupada por la artillería francesa. Iban hacia las cumbres, donde había ocultos cañones y cañones formando una línea de varios kilómetros.