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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Por lo demás, esto es lo que quería decir al señor respondió Alain inclinándose con gracia; he aprendido al servicio de estas señoras, que la nobleza de los sentimientos vale tanto como la otra, y en particular la del señor Conde Castennec, que tenía la debilidad de pegar á sus criados. Es lástima que la señorita no pueda casarse con un noble de buen nombre.
¿Por qué no dice «al Rey?» preguntó Flavia inclinándose hacia mí hasta que sus cabellos rozaron mi mejilla. ¿Será broma? Si tienes en algo tu vida, y aun más que tu vida, amor mío, haz al pie de la letra lo que esa carta te dice. Hoy mismo enviaré fuerza suficiente para proteger este palacio, del cual no saldrás sino custodiada por numerosa guardia.
En el momento en que salía del cuarto, María Teresa inclinándose sobre el pasamano de la escalera vio subir a Juan; entonces, preocupada de lo que su padre podía decirle respecto de su novio, y aunque considerase esta acción poco correcta, en su gran deseo de oír, entró precipitadamente en el cuarto de vestir contiguo al dormitorio, y oculta detrás de una cortina, escuchó.
A esta inesperada salida, Gonzalvo sonrió inclinándose cortésmente, como hombre de mundo acostumbrado a todo género de situaciones; pero Lucía, con el rostro atónito, encendido aún, se echó atrás, en ademán de rehusar la nueva escolta que se le brindaba. Interrumpió la escena muda el camarero, entrando y presentando a Artegui en una bandejilla un sobre azul, que encerraba un telegrama.
No te dispares, niña. Tu madre sólo me ha dicho que no eres feliz. Otros pormenores los he sabido por gente de Medina que ha estado aquí. ¡Bah! exclamó ella con una mueca de desprecio. ¡Quién ataja las malas lenguas!... ¿Sabes lo que es eso, querido? añadió inclinándose hacia él y dejando la calceta sobre el mostrador. Pues es que hay muchas en Medina á quienes la envidia les come las entrañas.
¡Señor, yo no soy digna! exclamó María con un grito de angustia y de dicha a la vez. Jesús volvió a decir: Toda eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha. ¡Jesús mío, os amo sobre todas las cosas! Paloma mía, muéstrame tu rostro, suene tu voz en mis oídos, porque tu voz es dulce y tu rostro hermoso replicó Jesús inclinándose todavía más.
En el llano, sus riberas, consolidadas por las raíces de grandes árboles, resisten también durante mucho tiempo á la acción de la corriente, y en muchos puntos el cauce del arroyo no ofrece más que ligeras sinuosidades en un gran trecho: asiéndose fuertemente de una rama é inclinándose por encima de las aguas, se ve á lo lejos la perspectiva de ramas y troncos reflejados sobre el movible cristal, rayado por la luz de trecho en trecho.
Los animales sabían su obligación; se dejaban coger por el Mosco, y empujados por él, agarrábanse muro arriba, se mecían un momento sobre el borde, con el vientre aplastado, y dejábanse caer en la parte opuesta, sin otro choque que un ruido ligerísimo de hojas secas. Maltrana se sintió cogido por las piernas e izado, al mismo tiempo que el Chispas, inclinándose, le agarraba por los brazos.
Y es que no me acuerdo... ¿podéis vos adivinar?... ¡Cómo! ¡señor! yo no me atrevo á penetrar en la alta voluntad de un rey tan grande como vuestra majestad dijo Quevedo inclinándose profundamente. Pues mirad, don Francisco, hay ocasiones en que yo tengo que tragarme mi voluntad. Y yo con mucha frecuencia las palabras. ¿Y no se os ocurre para qué os podría necesitar yo?
Las que la acompañaban, casadas todas, la acariciaban sin cesar, pasando la mano por sus cabellos, dándole palmaditas en las mejillas, cogiéndole las manos y de vez en cuando inclinándose para estampar un beso en su frente con esa condescendencia, mitad cariñosa, mitad irónica, con que las veteranas del matrimonio contemplan a las bisoñas.
Palabra del Dia
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