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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Por eso bastaba un simple obstáculo á sus deseos, un desengaño amoroso, algo que sólo puede perturbar la vida de un adolescente, para que se considerase desgraciado... ¡Ah, si tuviera un ideal superior! ¡Si pensara menos en él y más en los hombres! Se estrecharon los manos junto á la verja. ¡Adiós, lady! dijo el príncipe inclinándose. De estar don Marcos presente, hubiese reconocido esta voz.
El Beni continúa en seguida, corriendo por el llano, inclinándose al nordeste hasta los 10 grados de latitud, en donde se une finalmente al Mamoré, formando el rio de Madeira, que es uno de los principales tributarios meridionales del rio de Las Amazonas. El riachuelo que pasa por Aten es el único que no desagua en el rio Tuyche: él se dirije hácia el sud hasta caer en el rio Mapiri. Lagos.
Anhelaba decirle muy quedo: «¡Acuérdese usted!» pero no me atreví, y fue fortuna, porque muy pronto apareció a su lado un hombre, que trató de enlazar con su brazo el talle de la dama. Apartóse ésta rápidamente y oí la risa burlona de su compañero. Era Ruperto, que inclinándose hacia ella murmuró algunas palabras.
Inclinándose juntas, se secaron las lágrimas con el ruedo del vestidito negro. Y volvieron a mirarla, más adustas, Raquel con sus claros ojos verdes, Adriana con sus ojos negros, con sus ojos negros y asombrados. ¿Asombrados por qué? Una amargura indecible pasó por el alma de Adriana. La visión se borró. Y quiso recordar otros años aun más lejanos.
Los que corrían hacia él vieron en primer término la cúspide de su cabeza, y saliendo de ella un hilo de sangre que serpenteaba entre la hierba. Inmediatamente esta cabeza quedó invisible, pues todos se agolparon en torno al cuerpo caído, inclinándose para escuchar al médico, que lo examinaba con una rodilla en tierra.
Ahora se poblaba su extensión amarillenta con buques de todas clases: fragatas cabeceantes que hundían sus proas en la espuma a impulsos de los hinchados trapos; vapores negros que regresaban a Europa después de librar su cargamento de carbón; goletas minúsculas inclinándose sobre las olas con una inestabilidad que arrancaba gritos de miedo a las mujeres agrupadas en las bordas del Goethe.
De la encantadora campiña normanda, el pobre joven no vio nada; toda su atención era atraída por las voces alegres y las risas que salían del otro carruaje; además, estaba atormentado por lo que podía hablar el feliz Martholl, inclinándose con tanta frecuencia hacia María Teresa.
Tomad la posta, y tanto dure vuestro viaje como la música y letra de vuestro amo. Y esto diciéndole, y pasándole la mano por la boca, como si le pusiese algo en ella, y después inclinándose a su oreja como para encomendarle alguna cosa, lo dejó ir, agarrándose él a la vihuela, la que, rasgueando diestramente, cantó con ella.
Algo muy importante debía ocurrir para que el capitán viniera á buscarle. Se acercó el jinete á la ventana junto á la cual leía el oficinista y dió la mano á éste inclinándose sobre su montura. Teniendo por inútiles los preámbulos, dijo inmediatamente, con una sequedad militar: -He venido á verle cuanto antes para que pueda aprovechar el correo de hoy... Quiero hacer un obsequio á la marquesa.
¡Fill meu!... ¡Pobret meu!... ¡Hijo mío!... ¡Pobrecito mío!... Y lloró con toda su alma, inclinándose sobre el muertecito, rozando apenas con sus labios la frente pálida y fría, como si temiese despertarle. Al oir sus sollozos, Batiste y su mujer levantaron la cabeza como asombrados. Ya sabían que era una buena mujer; el marido era el malo. Y la gratitud paternal brillaba en sus miradas.
Palabra del Dia
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