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Actualizado: 11 de mayo de 2025
19 Mas al morir el juez, [ellos] se tornaban, y se corrompían más que sus padres, siguiendo [a] dioses ajenos para servirles, e inclinándose delante de ellos; y nada disminuían de sus obras, ni de su obstinado camino. 20 Y la ira del SE
El Obispo al ver al Magistral se ruborizó, como un estudiante de latín sorprendido por sus mayores con la primera tagarnina. «¿Qué era aquello?», quería decir la mirada del Magistral, que saludó a las señoras inclinándose con gracia y coquetería inocente. «¡Unas señoras con el Obispo! ¡Y ningún caballero las acompañaba! Esto era nuevo». Cosas de Visitación.
¡Quieto, gentleman! dijo el profesor inclinándose sobre una de sus orejas . Son los maestros cortadores, que se preparan á confeccionar ese nuevo vestido que tanto le divierte. La comisión de sastres había traído todo lo necesario para hacer sin pérdida de tiempo el traje femenil del gigante.
La vio cómo inclinándose cariñosamente sobre la hortelana enferma, abría un pequeño saco de raso que le presentaba su doncella; y rebuscando entre brillantes baratijas y bordados pañuelos sacaba la mano llena, brillando la plata entre sus dedos.
Tanto gusto ... dijo Clementina dirigiéndose a Aurelia sin extenderle la mano, inclinándose con una de esas reverencias frías, desdeñosas, con que las damas aristócratas establecen rápidamente la distancia que las separa del interlocutor. Aurelia murmuró algunas frases de ofrecimiento.
Su palabra valía tanto como la de don Antolín. El Vara de plata la temía, inclinándose ante la poderosa protección que todos adivinaban detrás de la pobre mujer. En los tiempos que su padre, abuelo materno de Gabriel, era sacristán de la catedral, ejercía las funciones de monaguillo un chicuelo, sobrino de cierto beneficiado que acabó por costearle la carrera en el Seminario.
Manuel, vas a decirme en seguida quién es esa chiquilla que está aquí sentada a la derecha con un viejo dijo al encargado del café inclinándose y metiéndole los labios por el oído. No puedo darle muchas noticias, Sr. Romadonga. Son padre e hija y me parece que los conoce Remigio, uno de los mozos... Aguarde usted un poco.
Ambos prestaban atención suma, comprendiendo que presenciaban un episodio interesante del drama político español. Aquí se incuba algo, hombre exclamó Borrén inclinándose hacia su amigo. ¡Claro que se incuba! ¡El desbarajuste universal... y el picadillo que van a hacer de España esos señores!
Pero en aquel momento llegó Sarto al galope, procedente del castillo, y al ver a la Princesa resolvió sacar el mejor partido posible de las circunstancias y comenzó por decirle que el Rey estaba perfectamente atendido y fuera de peligro. ¿En el castillo? preguntó Flavia. ¿Pues dónde había de estar, señora? repuso el coronel inclinándose.
Á esta hora veremos la Via Láctea elevarse desde el horizonte hasta el cenit, inclinándose ligeramente hacia oriente. Á lo largo de su camino aparecen en este momento, unas por encima de otra, tres brillantes constelaciones, que son, nombrándolas de abajo arriba, el Centauro, la Cruz del Sur y el Navío ó Argo.
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