Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de julio de 2025
Cuando el coche se acercó, ella le hizo seña de que se detuviera. ¡Vamos, señora Liebetreu! dijo él alegremente. ¡Al fin me encuentro con alguien que no huye al verme! La anciana alzó los ojos al cielo para no verse obligada a mirarlo. ¡Ah, mi joven señor! dijo, se le llamaba siempre el joven señor, para distinguirlo de su padre, aunque hacía tiempo que había cumplido los treinta.
El viejo linajudo atraviesa la antesala y huye por el largo corredor lleno de resonancias. Todos se miran en silencio, con ojos de susto, y se acercan, uno a uno, al umbral de la alcoba que hiede a muerte. Allí agrupados dudan de entrar, como si continuasen oyendo aquellos pasos obsesos y viesen la sombra, en la sombra ir y venir. ¡Espanto en el alma me pusieron sus palabras! DO
El pájaro vuelve á la jaula, y en ella permanece encerrado, mientras que no rompe con el pico algun alambre de la prision. Luego que puede huir, huye. Luego que puede tender el vuelo al aire libre, á los rayos del sol, lo hace. Pero ¿hace bien ó mal? No lo sé; no quiero saberlo, ni averiguarlo, ni aun oirlo.
Y si despechada, al ver que contrarian el más profundo instinto de su existencia, huye de la casa que la vió nacer, y se pone en brazos de un hombre pérfido, como Luisa se puso en brazos del estudiante de Rodhese ¿la volverá su madre la honra y la dicha que ha perdido? ¡Madre insensata! ¿qué es lo que crees? ¿Crees que eres madre de tu hija, para sacrificarla á los caprichos de su madre y de su abuela? ¿Crees que tu hija ha de vivir con la vida especial de su abuela ó de su madre? ¿Crees que eres madre de tu hija, para encerrar en el canutero de tus agujas el sentimiento más grande y poderoso de la existencia, el encanto de todos los vivientes, el secreto de todas las familias, la lumbre que calienta todos los hogares, el ángel del mundo que arrulla el sueño, de todas las almas? ¿Crees que eres madre para poner ó para arrancar ese sentimiento del alma de tu hija, como quitas ó pones un garbanzo en tu olla, como clavas ó dejas de clavar tu aguja de coser en una costura? ¿Crees que el cielo te ha dado la dicha inmensa y el inmenso deber de ser madre, para disponer á tu antojo de la ventura de ese sér que criaste en tu seno, de quien has de dar cuenta á la familia, al mundo y á Dios? ¡No, madre indiscreta!
Le dí la mano, y él la retuvo en las suyas y me dijo en tono de reproche: ¿Por qué huye usted de mí? Hace un mes que no encuentro medio de hablarla. Ya sabe usted que el cuidado de mi padre ocupa todo mi tiempo. ¿Está solo en este momento? Están con él los Marqueses de Oreve. Entonces no hay sitio para mí y debo marcharme, a no ser que usted tenga la indulgencia de hacerme quedar.
No tuve más remedio que decir: «Al enemigo que huye, puente de plata»; y con tal de verles marchar, no me importaba el sablazo que me dieron. Aflojé los cuartos a condición de que se habían de ir inmediatamente. Y aquí paz y después gloria. Y se acabó mi cuento, niña de mi vida, porque no he vuelto a saber una palabra de aquel respetable tronco, lo que me llena de contento.
La sacaba del salón, la llevaba á la catedral y la encerraba en un confesonario: luego se marchaba, y las puertas del templo se cerraban. ¡Qué angustia! ¡qué desesperación!... Pero á fuerza de golpes lograba romper la puerta, y sin saber cómo se encontraba en medio del campo... Un golpe de gente venía hacia ella gritando: «¡Huye, Demetria, huye! ¡Ahí viene! ¡ahí viene! ¿Quién viene? preguntaba ella. ¡Un lobo! ¡un lobo que está rabioso!» Y ella se daba á correr; pero no podía: las piernas le pesaban como si fuesen de plomo: los demás corrían y ella no podía seguirles.
Y como si con estas palabras hubiese desahogado toda su indignación, añadió mansamente: El caso es que hago mal en insultar a ese bandido. Huye de nosotros, pero él volverá; volverá pronto y seremos felices. Deja que se termine mi pleito con los hijos de mi marido; va a ser de un momento a otro y acabará bien, todos me lo dicen.
Los acontecimientos consignados en él se van alejando, todo huye volando: a medida que vamos envejeciendo, vamos penetrándonos de la vanidad de todo y tenemos, por lo tanto, menos interés en conservar los recuerdos. Ya no me interesan sino los que pertenecen puramente al corazón, y éstos no hay necesidad de consignarlos.
El duque Federico, que conoce este secreto, anuncia á Alejandro que el Rey, á causa de la disputa que ha tenido con Rugero, está animado contra él de disposiciones hostiles, y le aconseja que huya de la corte por algún tiempo. Alejandro lo obedece, se despide de su esposa, y huye.
Palabra del Dia
Otros Mirando