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Actualizado: 5 de septiembre de 2025
Luis y Fernanda comenzaron a verse aquí una o dos veces por semana. Lejos de la mirada fulgurante de Amalia, aquél se encontraba a gusto, recobraba su serenidad. Hablaban larguísimos ratos en voz baja, sin que nadie les molestase; al contrario, la Niña tenía buen cuidado de proporcionarles ocasión y espacio suficientes.
Cuando llegó, Clara aún estaba vestida esperándole aunque era ya más tarde que de costumbre. Al ver la descomposición de su rostro, al sentir sobre sí la mirada fulgurante de su marido comprendió que éste tenía conocimiento de la visita del marqués. La escena que se desarrolló fue violentísima: gritos, lágrimas, recriminaciones, protestas.
Nadie estiró la mano para recoger los imprezo, y él fue depositando suavemente en los regazos de las muchachas el alijo. El inglés tripudo observaba el reparto con su fulgurante monóculo. Oyes tú, Bárbara, ¿este no es el que puso la capilla en la cuadra? El mismo... es el que berrea allí por las tardes. ¿El que le dio los cuartos a la Píntiga? Sí, mujer. Y este, ¿no dice que fue cura?
Y cuentan que en las horas que mediaban de clase a clase, se reunía un grupo de estudiantes para hablar de política: y que era siempre Martí, el que más hablaba y con más entusiasmo, de los problemas de la patria, y que daba gusto oír de sus labios infantiles, sentencias y frases hermosas, como de adulto hecho ya a manejar los tiempos y a crearlos: como de hombre hecho a clamar, a desatar batallas y a desplegar victorias.... En esa misma época, y como Domingo Dulce, Capitán General de la Isla, decretara la libertad de imprenta, comenzó Martí a publicar en compañía de Valdés Domínguez un periódico titulado El Diablo Cojuelo, al mismo tiempo que dirigía La Patria Libre, siendo este último el periódico donde publicó por vez primera su poema «Abdala», canto brioso y fulgurante de levantado espíritu patriótico.
Una zagalita de trece a catorce años de puro perfil virginal y el moño de la cabeza apretado por un pañolito azul al estilo del país se acercó a Reynoso y apoyó el brazo en su hombro con encantadora familiaridad. Elena sintió la mordedura de los celos y le clavó una mirada fulgurante capaz de reducirla a ceniza.
Sin saber cómo, aprovechándose tal vez de que la buena señora se hallaba de espaldas y no podía anonadarle con una mirada fulgurante, dijo con voz bastante entera: D.ª Carolina, cuando usted termine ahí voy a darle un susto. ¿Un susto? repuso la señora volviendo la cabeza con sorpresa. ¡Sí, un susto! repitió el joven sonriendo alegremente, cada vez más animado. Pero no tenga usted miedo.
Todo estaba igual que en su infancia: los bustos de los grandes poetas en la cumbre de las librerías, las coronas en sus encierros de vidrio, las joyas y estatuas ganadas á fuerza de consonantes en sus vitrinas y pedestales, los libros de fulgurante lomo formando apretados batallones á lo largo de los estantes.
La hija del doctor parecía respirar aquella brisa, contemplar aquel cielo fulgurante, oír aquellos acentos y aspirar las embalsamadas emanaciones de aquella vívida naturaleza por la primera vez en su vida y al mirar al firmamento, sumergida en éxtasis delicioso, corrían por sus mejillas dos lágrimas semejantes a dos gotas de rocío caídas del cáliz de alguna flor de las que el aire mecía sobre su cabeza acariciándola blandamente.
El capellán, sin hacer caso de la mirada fulgurante que le arrojé, chasqueó de nuevo la lengua e hizo otras cuantas castañetas con los dedos, sin dejar de apuntar a la puerta y mirarme con soberano desprecio. Al pasar por delante de él llevó su grosería hasta decir: ¡Largo, largo! Y cuando ya bajaba por la escalera le oí exclamar desde lo alto de ella: ¿La hermanita, eh? Ha olido cuartos, ¿verdad?
»Volvime al lado de mi abuelo, entre asustada y risueña; y tras largo, interminable rato de esperar a pie firme, por no ajar la tersura de mis faldas, llegó mi madre con el aspecto y el andar de una matrona romana, ocultando la cruz de sus achaques y los estragos de la edad con el engaño de un cielo de fulgurante pedrería sobre otro caudal de sedas y artificios.
Palabra del Dia
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