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Actualizado: 10 de julio de 2025


Porque ella tenía que alternar con las personas de más viso, con títulos y con la misma Reina; y Bringas, no viendo las cosas más que con ojos de miseria, se empeñaba en reducirla al vestidito de merino y a cuatro harapos anticuados y feos. ¡Oh!, lo que ella sufría, lo que penaba para adecentarse era cosa increíble. ¡Sólo Dios y ella lo sabían!... Porque su marido llevaba cuenta y razón de todo, y hasta el perejil que se gastaba en la cocina se traducía en guarismos en su libro de apuntes... La pobre esposa, atenta a la dignidad de su posición social, era un puro Newton, por las matemáticas que tenía que revolver en su caletre para procurarse algún sobrante del gasto de la casa y estirar las mezquinas cantidades que Bringas le daba para vestirse.

Vaya si las tenía. Pero viéndose sola en aquel terreno de la incertidumbre, llenábase de tristeza y decía: «¿Me estaré quejando de vicio? ¿Seré yo, como aseguran, la más feliz de las mujeres, y no habré caído en ello?». Con estas consideraciones azotaba y mortificaba su inquietud para aplacarla como los penitentes vapulean la carne para reducirla a la obediencia del espíritu.

Había estado hasta la notificación de la muerte como arrepentida, mas luego se le revistió o se le descubrió el Demonio que abrigaba en el corazón, sin que pudiese valer algo lo mucho que hicieron con ella para reducirla cuantos probaron la mano ni la continua asistencia del Doctor Onofre Morrellas, Rector de la Parroquia de San Nicolás, Párroco suyo; del Reverendo Padre Fray Salvador Fornari, Lector que fue de Teología de la Orden de Santo Domingo y del Padre Pedro Bolós, de la Compañía de JESUS, cuyo celo y piedad no perdió ocasión ni omitió medio que pudiese conducir para salvarla.

Una segunda caída no solamente no tenía excusa alguna, sino que además habría confirmado ni escéptico juicio que se había formado de ella su primer amante: «Tu sacrificio te duele; quieres obtener una compensación y la buscarás en otro amor: no lo dudes, alguien te lo ofrecerá...» Estas palabras de Zakunine que la habían humillado y ofendido cuando no eran más que una escéptica previsión, habrían sido confirmadas por el hecho, expresado la realidad, si ella hubiera cedido al amor de Vérod: entonces el escéptico, el negador, el blasfemador hubiera tenido razón; la fe en que la creyente se sostenía contra él se había reducido como él quería reducirla, a una mentira, a una hipocresía.

Para hacer demostracion de cuan grande sea la ambicion de engrandecerse estos padres, podia traer infinitas razones sacadas de la esperiencia, pero bastaráme aquí probarlas con las palabras mismas del Personio, de los graves que han tenido estos padres, escrita en un libro suyo compuesto en lengua inglesa, intitulado LA REFORMACION DE INGLATERRA, donde despues de haber dicho mucho mal del cardenal Paulo, prelado que por su virtud y santidad, y por lo benemérito que fué de la iglesia, es digno de eterna memoria, y despues de haber notado ciertas faltas é imperfecciones del Santo Concilio de Trento, finalmente concluyó que cuando la Inglaterra torne á la verdadera fe católica convendrá reducirla á la forma y estado de la primitiva Iglesia, poniendo en comun los bienes eclesiásticos, dando el cuidado y administracion de ellos á siete sabios, los cuales sean de la Compañia, para que como mas bien les pareciere los distribuyan: ni quiere, antes veda con gravisimas penas, que ningun religioso de cualquiera órden que sea sin licencia de estos padres pueda volver á Inglaterra, con fin y ánimo de no dejar á otros que aquellos que se sustentan de limosnas.

Al acercarse la noche, y al ver que no era posible reducirla á la obediencia ni por medio de reprensiones ni de amenazas de castigo, el carcelero creyó conveniente hacer venir á un médico, que calificó de hombre muy experto en todas las artes cristianas de ciencias físicas, y que al mismo tiempo estaba familiarizado con todo lo que los salvajes podían enseñar en materia de hierbas y raíces medicinales que crecen en los bosques.

No hubo otro medio de reducirla a bañarse exclamó al advertir la admiración de Julián ; y como don Máximo dice que el baño le conviene.... No me pasmo yo de ella respondió el capellán , sino de él, que le teme más al agua que al fuego. A trueque de estar con la nena replicó Nucha , se deja él bañar aunque sea en pez hirviendo. Ahí los tiene usted en sus glorias. ¿No parecen un par de hermanitos?

Porque después de ver lo que he visto en el álbum de usted, se me caería el lápiz de la mano. Dibuje usted solo algo nuevo de aquí, pero en mi block... digo, si no abuso... No hubo modo de reducirla a que dibujara, aunque se unieron a las excitaciones de Leto, las de su padre que había llegado ya con su amigo, cansados de husmear tórtolas en balde.

Si los hombres guardasen debidamente esta regla, se evitarian innumerables errores y disputas, que se originan de su inobservancia. Para reducirla á la práctica con acierto, conviene advertir, que la extension de esta regla general se puede reducir á dos clases de lenguas: á la una pertenecen las lenguas particulares: á la otra el lenguage de los sabios en el estudio de las Artes y Ciencias.

Aún es más maravilloso otro caso que sucedió á estos mismos, los cuales, repartidos por muchas Rancherías distantes unas de otras cosa de una legua, juntaban gente para reducirla á la santa fe y conducirla á la Reducción.

Palabra del Dia

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