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Actualizado: 8 de septiembre de 2024
Entonces se dirigió á casa del gobernadorcillo, pero le dijeron que el gobernadorcillo no estaba, que estaba en el convento; se fué al Juez de Paz, pero el Juez de Paz tampoco estaba, había sido llamado al convento; se fué al teniente mayor, tampoco estaba en el convento; se dirigió al cuartel, el teniente de la Guardia Civil estaba en el convento... El viejo entonces se volvió á su barrio llorando como un niño: sus ahullidos se oían en medio de la noche; ¡los hombres se mordían los labios, las mujeres juntaban las manos, y los perros entraban en sus casas, medrosos, con la cola entre piernas!
Si Doña Paca viera que se abría la tierra y salían de ella escuadrones de diablos, y que por arriba el cielo se descuajaraba, echando de sí legiones de ángeles, y unos y otros se juntaban formando una inmensa falange gloriosa y bufonesca, no se quedara más atónita y confusa. ¡Testamento, herencia! ¿Lo que decía el clérigo era verdad, o una ridícula, despiadada burla? ¿Y el tal sujeto era persona real, o imagen fingida en la mente enferma de la dama infeliz?
De aquí nació que los compradores buscasen las mercaderías que juntaban á su escelencia lo menos costoso de sus precios: i de aquí nació, en fin, que las fábricas españolas ni rindiesen ganancia de ningún género á sus dueños, ni les aumentasen sus haciendas: antes se las consumiesen vanamente i sin provecho.
Entonces íbamos nosotros a restablecer el orden; pero, si se juntaban los dos bandos, teníamos que retirarnos a popa y algunas veces meternos en la cámara y cerrar la escotilla, sacar los rifles y prepararnos para la defensa.
Así, pues, al mismo tiempo que hizo llamamiento de sus alcaides y capitanes, y que sus escuadrones y jinetes, así africanos como andaluces, se juntaban, apresuraba el Sultán mancebo sus bodas, que habían de ser con todo el boato, gala y riquezas que los monarcas granadinos acostumbraban ostentar y derramar en las ocasiones solemnes, y por cierto que para un corazón enamorado nada de más solemnidad y grandeza que el día en que iba a poseer el objeto por quien tanto se ha anhelado.
En el interior de Madrid las tiendas estaban desiertas, pues todas las personas que se juntaban para pedir o comunicar noticias se reunían en parajes ocultos, siendo de notar que ya entonces comenzaban a dar sus primeras señales de vida las sociedades secretas, aunque yo no vi ninguna, y digo esto sólo con referencia a vagos rumores.
Cuando era pequeño y madó Antonia le acompañaba en sus paseos por la costa de Sóller, se habían entretenido muchas veces dando cuerpo y nombre, con un esfuerzo de imaginación, a las nubes que se juntaban o se esparcían en una incesante variedad de formas, viendo en ellas tan pronto un monstruo negruzco de inflamadas fauces como una virgen entre celestes resplandores.
Sentíase después acosada por bravío tumulto de arpegios, escalas cromáticas e imitaciones, y se la oía descender a pasos de gigante, huir, descoyuntarse y hacerse pedazos... Creyérase que todo iba a concluir; pero un soplo de reacción atravesaba la escala entera del piano; los fragmentos dispersos se juntaban, se reconocían, como se reconocían, como se reconocerán y juntarán los huesos de un mismo esqueleto en el juicio final, y la idea se presentaba de nuevo triunfante como cosa resucitada y redimida.
Por el día, las constantes lluvias del país y la severidad de su padre reteníanlas en casa limpiando las habitaciones y barriéndolas ó recosiendo la ropa blanca. En los momentos en que cesaba la lluvia, solía salir en almadreñas hacia el río ó la fuente con Pepa. Allí se juntaban algunas mozas de la vecindad con sus jarros de barro oscuro y sus herradas relucientes, y mientras la fuente llenaba con pausa las herradas, retozaban las mozas y se decían chistes toscos y cándidos.
Después hablaba con tristeza de la tierra en que vivía. Inmensos campos cuyo término perdíase en el horizonte; surcos que se juntaban y confundían a lo lejos como las varillas de un abanico, sin que ningún límite los cortase. Cuanto se abarcaba con la vista, tierras llanas o colinas, bancales labrados o manchones para el pasto, todo era de un amo.
Palabra del Dia
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