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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Y la viuda, al llegar a esta conclusión, le miraba fijamente, dándole a entender que en él estaba la solución. Hay que buscar el dinero, mamá. Podía usted hablar coa doña Clara, esa amiga que, según dice el tío, es la arregladora de todos estos enredos. ¡Doña Clara...! ¡valiente apunte! Hijo mío, , como eres tan buenazo, no conoces a las personas.

¿Pero de qué me avisáis? Os aviso de que... debéis mudar de amigos. ¡De amigos! Porque los que os fingen amistad, os venden. Hablad más claro. Don Rodrigo... ¡Herido!... ¡medio muerto!... A causa de sus traidores enredos. Creo que érais muy amiga suya, Dorotea, y aun algo más que amiga. Pues ahí veréis: cuando yo de repente me vuelvo en contra de don Rodrigo, algo debe de haber.

El malaventurado cocinero del rey, hermano del fingido padre de nuestro mozo, se ha encontrado cogido por los enredos, y como es de pasta quebradiza y cicatera, ha cantado de plano, y vuestro hijo sabe quién es su padre y sábelo la corte, y sábelo todo el mundo, y lo único que ha sucedido á derechas y de lo que me alegro, porque el mancebo parece nacido con buena ventura, anoche le casó la reina con la hija del coronel Ignacio Soldevilla, que por ahí anda á las órdenes de vuecencia en los tercios de Nápoles.

Don Juan había luchado mucho contra la coquetería y la astucia femeninas; había burlado a veteranas de la galantería, a beatas lagartonas, a señoras raposas, quedando siempre victorioso de sus malas artes y enredos; pero no acertó a luchar abiertamente con aquella sinceridad.

La industria moderna no inventará nada que iguale a la ingenua poesía del mantón, salpicado de flores, flexible, pegadizo y mate, con aquel fleco que tiene algo de los enredos del sueño y aquella brillantez de color que iluminaba las muchedumbres en los tiempos en que su uso era general. Esta prenda hermosa se va desterrando, y sólo el pueblo la conserva con admirable instinto.

¿En casa?... Jesús, hijito mío, y ¿qué te vas a hacer allí solo?... ¿Y si te da algo?... No, por Dios; ve con Leopoldina y vuélvete despacito. El duque de Bringas entró en el palco, y a poco llegó el tío Frasquito acompañando a su sobrina Valdivieso, que rebosaba, como siempre, entusiasmo y necedad, chismes y enredos.

Luego metería á su hija en un convento. Una vez libre, haría dejación de la cocina del rey, se retiraría de intrigas y de enredos, y se iría pacíficamente á comerse sus doblones á Navalcarnero, llevándose consigo la misteriosa arca, donde se encerraba indudablemente el destino del bastardo de Osuna.

Montaner como habia sido Maestre Racional de nuestro ejército, y era el que mandaba todos los oficiales de pluma, tenia grangeados con su buen término, y verdad los animos de todos los soldados, y así le amaban como á padre, cosa raras veces vista amar la gente de pluma á quien ordinariamente aborrecen y murmuran, porque les parece que estando descansados, con trampas y enredos en daño de la milicia se acrecientan, y enriquecen, y ellos con mil trabajos y peligros viven siempre en una miserable suerte.

Le pareció oir «Celinda» y «Flor de Río Negro». Poco después creyó que era esto un error de sus sentidos. «¿Qué tiene que ver se dijo mi antigua patroncita con los enredos de esta genteAvanzando su cabeza fuera de la esquina, alcanzaba á ver á Manos Duras y á la señora. El gaucho oía á ésta con movimientos de aprobación.

[Nota 69: Por estas multiestupradas de fines del siglo XVI y todo el XVII decía Mateo Alemán en su Guzmán de Alfarache, parte I, libro III, cap. II: «... nunca quien lo come lo paga, o por grandísima desgracia. Siempre suele salir horro el dañador, y después lo echan a la buena barba; siempre suele recambiar en un desdichado.» Y, más tarde, Moreto, en la jorn. II de Todo es enredos amor: «D. F

Palabra del Dia

bagani

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