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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Esta reflexion debió hacer Felipe el Hermoso. ¿Quién puede ocultarse tampoco de las escudriñadoras miradas de los dependientes de un palacio, donde es una especie de comercio los chismes y enredos, dando publicidad en su provecho á todos los defectos de sus soberanos?
Ya desde 1829 venía metido en oscuros enredos y misteriosos trabajos, y por lo general su maquinación era doble, su juego combinado.
Porque yo veo cosas... Don Melchor... ¡vamos!... que no están bien... y en una persona como usted... don Melchor... que no es por alabarlo... pero usted comprende bien que todo se sabe... y después son los enredos... y vaya, que lo llegue a saber la familia. Mire, Baldomero, yo he vivido bastante para necesitar consejos, ¿me entiende? y sé lo que hago y hago lo que se me da mi real gana.
Bah.... Esos hijos así, nacidos por detrás de la Iglesia.... Luego, si uno oye a los de aquí y a los de allá.... Cada cual dice lo que se le antoja.... La moza es alegre como unas castañuelas; todo el mundo en las romerías le debe dos cuartos: uno la convida a rosquillas, el otro a resolio, éste la saca a bailar, aquél la empuja.... Se cuentan mil enredos.... ¿Usted se ha fijado en el gaitero que tocó hoy en la misa?
Si hubiera estadística de los enredos amorosos, tal vez más de la mitad de ellos se vería que habían nacido del prurito de escribir que tienen las mujeres.
Sabedor de los enredos de la testamentaría de Vargas, y del profundo cisma de ambas familias, solía él decir con maligna intención, en el seno de la confianza, que quién sabe cuál de los dos, si el millonario don Bernardino o Agapo el atorrante, mantenía más honrado el apellido. A casa de los Esteven iba contadas veces.
Así, por ejemplo, Le Sage ha arreglado muchas comedias españolas, incorporándolas en su Gil Blas, como sucede con su historia de Aurora de Guzmán, sacada palabra por palabra de la comedia de Moreto, Todo es enredos amor.
Y Currita se enterneció otra vez, emboscando entre sus nuevas lagrimitas este ruego inocentísimo: Lo único que pido es que escriba usted mismo a la señora la verdad de lo que está pasando... ¡Le tengo un miedo a los enredos, a los chismes de este Madrid!... ¡Esa Isabel Mazacán es tan chismosa... me tiene una envidia!...
2 Riesgos de amor y amistad, de D. Juan Vélez de Guevara. 3 Satisfacer callando, de D. Agustín Moreto. 4 El nuevo mundo en Castilla, de D. Juan de Matos Fragoso. 5 Los prodigios de la vara y capitán de Israel, del Dr. Mira de Mescua. 6 El amor hace discretos, de un ingenio de esta corte. 7 Todo es enredos Amor, de D. Diego de Córdova y Figueroa. 8 Poder y Amor compitiendo, de Juan la Calle.
Supongamos que Ana consentía en hablar con don Álvaro a solas, ¿dónde podía ser? ¿En casa del Regente? Imposible, pensaba el seductor; esto ya sería una traición formal, de las que asustan más a las mujeres; semejantes enredos no podía admitirlos la Regenta: por lo menos al principio.
Palabra del Dia
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