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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Mire usted, madre, yo me canso de asistir a ese drama, que no termina nunca, que siempre es lo mismo, donde hay enredos sobre enredos, cambios de decoraciones, y entrada y salida de personas, que casi todas lo hacen mal, y en cuyo argumento no hay principio ni fin, ni término ni pensamiento.

Defendióse con mucha sal Micromegas; se declaráron las mugeres en su favor, puesto que al cabo de doscientos y veinte años que habia durado el pleyto, hizo el muftí condenar el libro por calificadores que ni le habian leido, ni sabian leer, y fue desterrado de la corte el autor por tiempo de ochocientos años. No le afligió mucho el salir de una corte llena de enredos y chismes.

Embustera, trapalona... ¿Crees que me embaucas a con tus enredos? Vaya, vaya, no quiero incomodarme... Me tiene peor cuenta, y no estoy yo para coger berrinches... Comprendido, Nina, comprendido. Allá te entenderás con tu conciencia. Yo me lavo las manos, y dejo a Dios que te tu merecido. ¿Qué, señora?

Freya había rodado mucho por el mundo, á través de vergonzosas aventuras, y sabría librarse por su propio esfuerzo, sin necesidad de complicarle nuevamente en sus enredos. La historia que acababa de relatar no era para él mas que un tejido de engaños.

Su madre era una tramposa capaz de todos los enredos y vergüenzas para conservar el falso oropel de su vida; su madre despreciaba las murmuraciones que herían hondamente el honor de la familia; dejaba a las hijas que se arrojasen en el peligro, arrastradas por la desesperada audacia de cazar un novio, y al final se entregaba como una perdida en brazos de un amigo de su esposo, se vendía infamemente cuando estaba próxima a la vejez, manchando todo su pasado, por una necesidad del orgullo. ¿Qué era, pues, lo que quedaba a aquella mujer?

Sin el señor Juan Montiño, que así se llamaba falsamente el hijo de don Pedro, yo no hubiera venido á Madrid. Hubiera tomado postas para Barcelona, y allí un barco para Nápoles. Pero vine, y encontréme á nuestro hombre metido en enredos que me dieron susto. Estos enredos produjeron las heridas de don Rodrigo Calderón, y los amores de don Juan con su esposa. ¡Ah! exclamó Dorotea.

Hija mía; bueno es pensar en lo de allá, pero es también prudente pensar en lo de acá.... Mira, precisamente estos días estaba yo imaginando que si se muriese uno de nosotros, al que sobreviviese le quedarían bastantes enredos.... ¿Por qué?

El orgullo y la vanidad habían sacado la cabeza en el pueblo de Legaspi, y cada cual quería que su señora sobrepujase en lujo y riqueza á las demás. Había una de noticias, chismes y enredos, que ni aun Tintay, con su consabido Osús-María-seff, podía contrarrestar. Desde que á las señoras les probaron el primer traje de raso, había entre ellas una marimorena muy cerca del repelón.

En desobedecer á mi madre, en engañarla, en haber atraído á D. Carlos con miradas amorosas y profanas, en complacerme en que guste de y en que me persiga, en desear que siga queriéndome hasta en este instante, cuando ya estoy decidida á no ser suya. En suma, Lucía, mi alma es un tejido de marañas y de enredos, que el mismo diablo trama y revuelve.

Su habilidad en excitar la atención y de estrechar más y más el enredo de la fábula, es, sin duda, maravillosa; pero su inclinación á lo raro y extraordinario le hace inventar á veces enredos, que sólo pueden desatarse destrozando la acción principal.

Palabra del Dia

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