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Martinán, henchido de orgullo y regodeándose anticipadamente con la derrota de aquellos bobalicones, iba á proseguir y cerrar su victorioso sorites, cuando de pronto se abre con estrépito la puerta que daba á la Bolera y aparece Bartolo, el hijo belicoso de la tía Jeroma, con el rostro espantosamente pálido, sin garrote en las manos y sin montera en la cabeza.

Un monumento con un gallo en su cúspide, arrogante y victorioso, guardaba los restos de los combatientes muertos por Francia. Don Marcos aún estaba conmovido por sus propias palabras, dichas en medio de un profundo silencio ante la puerta de esta tumba común que iba á tragarse para siempre el cadáver de Martínez.

Nuestros Capitanes se detuvieron antes de entrar en Philadelphia, reconociendo algunos lugares vecinos adonde se pudieron haber retirado y rehecho; pero todo lo hallaron libre de los Turcos; á quien el miedo hizo alargar muchas leguas. Entra en Philadelphia el ejército victorioso. Ganánse algunos fuertes que el enemigo tenía cerca de la ciudad, y dan segunda rota á los Turcos junto á Tiria.

Excitado por la vecindad del caballo muerto, tenía la tendencia de volver a él, como si le embriagase el hedor de su vientre. En una de las evoluciones, el toro, fatigado por la muleta, quedó inmóvil sobre sus patas. Gallardo tenía detrás de él el caballo muerto. Era una mala situación, pero de peores había salido victorioso. Quiso aprovechar la posición de la bestia.

El corcovadito quedaba victorioso, fingía arrepentimiento, se acercaba a la joven para acariciarla y darle un beso, y luego que se iba el señor Fernández volvía a los improperios y a las obscenidades. Reía, se mofaba de su hermana, e inventaba nuevas fechorías.

Se echa de menos en ellas una inspiración poética enérgica y poderosa, que se apodere del alma y la arrastre consigo sin hacer resistencia, y el sello victorioso del genio que manda y obliga, y no aconseja ni persuade.

Primeramente había reinado en Nicea, refugio de los emperadores griegos mientras Constantinopla estuvo en poder de los cruzados, fundadores de una dinastía latina; luego, cuando, muerto Vatacio, el audaz Miguel Paleólogo reconquistaba Constantinopla, la viuda imperial se veía solicitada por este aventurero victorioso.

Había vivido sin saber por qué ni para qué, amontonando peligros y aventuras sólo por el gusto de salir victorioso. Tampoco sabía con certeza qué es lo que había deseado hasta entonces. Si era dinero, había afluido á sus manos en los últimos meses con una abundancia exorbitante... Ya lo tenía, y no por ello era feliz. En cuanto á gloria profesional, no podía desearla mayor.

Este dinero omnipotente aún no contaba un siglo de existencia. Su vida no iba más allá de la de un hombre octogenario. Cierto era que había existido siempre; pero antes del avatar victorioso que le hizo señor del mundo, su vida se arrastraba vergonzosa entre desprecios y vilezas. Pluto era un dios sombrío y cobarde, amarillo y macilento como el oro enterrado.

Saliò de Vilcabamba victorioso, Y en la ciudad del Cuzco entra triunfando Del triste Topamaro doloroso, Que su miseria viene lamentando. Hallóse él de Toledo tan gozoso, Y el caso de tal suerte exagerando, Que al licenciado Polo, su teniente, Le dice le deguelle prestamente.